En el año 2005 Mick Garris pretendía, en pleno auge de los nuevos seriales de televisión, reunir a muchos de esos considerados «maestros del terror» que en pasadas décadas habían construido imperecederos clásicos del horror y que parecían vivir una sequía artística quizá fruto de un género ya demasiado agotado por las nuevas tendencias narrativas. Stuart Gordon (Re-Animator [1985], Re-Sonator [1986]…) fue uno de los jóvenes realizadores que en los años 80 habían pegado fuerte en el género apoyándose adaptaciones de la obra de H.P. Lovecraft, autor que le obsesionaba tanto a él como a su compañero de fechorías Brian Yuzna. Por ello,  la propuesta de Mick Garris consistía en una serie  de episodios de escasa hora de duración para conformar así una antología de pequeñas piezas del horror que supondrían comebacks tan esperados como los de John Carpenter, Tobe Hooper, Joe Dante, John Landis o Dario Argento, entre otros. Stuart Gordon planteó para la ocasión una nueva adaptación del genio de Providence, el mismo autor cuyas traslaciones cimentaron algunos de los clásicos de la filmografía de Gordon como las ya citadas Re-Animator y Re-Sonator, además de una cinta reciente, de producción española, como Dagon: la secta del mar (2001). Para este aventura televisiva Gordon  colaboraría  nuevamente con Dennis Paoli, su inseparable guionista en sus adaptaciones «lovecraftianas». Como dato anecdótico, citar que para la segunda temporada de Masters Of Horror Stuart Gordon adaptaría a otro clásico de la literatura fantástica como Edgar Allan Poe, concretamente uno de sus más célebres relatos: El gato negro. 

Tras las paredes es la adaptación de Sueños de la casa de la bruja, relato que se ha reseñado por aquí recientemente y que cuenta la historia de un joven estudiante de matemáticas que para finalizar su tesis alquila la habitación de una vieja mansión donde supuestamente había vivido una bruja expulsada de Salem en extrañas circunstancias. Como era de esperar, Gordon se muestra altamente respetuoso al relato original, y no solo por seguir de manera paulatina cada uno de los sucesos que ya daban forma a la novela. Como ya ocurría en otras de sus adaptaciones, el director parece consciente de lo complicado y artificioso que podría suponer un intento de adaptar las distinciones de horror de Lovecraft en su concepción del terror, por lo que aquí muestra un especial recelo de potenciar las escenas oníricas y sobrenaturales (que las hay, pero ejecutadas de una manera mucho más limitada que en el relato, donde es su principal arma narrativa), conduciendo la historia por el terror más tradicional: una casa aparentemente encantada, extraños personajes anexos a ella y situaciones que traspasan con creces la barrera de lo surrealista.

Si hay un punto negativo dentro de Masters of Horror es la posibilidad de que la factura televisiva acabe lastrando el estilo de varios de los directores (sí es cierto que Carpenter o Joe Dante supieron torear esto muy bien), algo que lamentablemente sí ocurre aquí. El look de Tras las paredes puede parecer algo plano, aunque no llegue a molestar cuando las intenciones de Gordon parecen no ir más allá que partir de cuatro premisas básicas del original (el individuo contra lo extraño, el terror dimensional, el personaje llevado al extremo de una locura incipiente y el final de poso grotesco), añadiéndole varios ingredientes del terror que quizá Mick Garris, en su papel de impulsor creativo, quisiera retornar. Esto refiere a la violencia y los desnudos, elementos que a Lovecraft no le fue necesario incidir pero que Stuart Gordon incluye con cierto atractivo y elegancia, aportando empaque y estilo. Sorprende también su final, que se atreve a trasladar la enajenada conclusión del relato original y que en pantalla funciona sin estridencias. Estamos sin duda ante uno de los episodios más destacados de esa primera temporada de Masters of Horror, cuya duración le viene muy bien a la condición de relato corto de Sueños de la casa de la bruja. Como adaptación es correcta y respetuosa, algo muy a tener en cuenta cuando lo abstracto del imaginario de Lovecraft es tremendamente dificultoso de trasladar a la imagen. El relato también fue adaptado años antes en La casa olvidada, película episódica del año 2003 dirigida por el italiano Ivan Zuccon que se servía para su trilogía de historias de relatos del autor de Providence.

Saludos desde el Gabinete, camaradas.