
Coleccionismo de VHS, el terror italiano de las décadas de los 70 y 80 y el J&B; esos tres pilares marcan la vida de Ennio Midena, un hombre ahogado por el alcohol y que encuentra en su obsesión por el cine de culto el sostén para labrar un día a día que también tiene andamiaje en el santuario que alberga en su sótano: una ampulosa colección de cintas VHS con la que pretende incluso fomentar un nuevo videoclub, ese modelo de negocio que urdió auténticos templos para los que nos consideramos amantes del horror underground. Ennio se confabula como una persona a contracorriente en su intento de dar consistencia a su fanatismo por el VHS, como una propia metáfora de la nostalgia, campo conceptual que rodea a esta Videoman.
