Chicks with Guns: «Las adorables pornokillers» (Roberto Mauri, 1980)

El trato entre dos clanes neoyorquinos de la droga no sale tal y como se esperaba, con una traición que acaba cruzando el charco hasta Roma, la ciudad eterna. Allí son enviadas dos asesinas a sueldo, Virginia (Carmen Russo) y Elisabeth (Cintia Lodetti), para obtener el dinero que se ha robado en ese acuerdo entre bandas. Las jóvenes cumplirán con creces su trabajo, aunque aprovechan sus estancia en la capital italiana para tener unos días de un turismo repleto de aventuras eróticas.

Aunque una vez leída la sinopsis de Las adorables pornokillers se pudiera entender que estamos ante una historia de jóvenes asesinas que partiendo desde Nueva York se disponen a agitar la luminosidad propia de Roma a base de furia y plomo, esta premisa se tuerce rápidamente en una cinta de corte erótico, volviendo intrascendente el eje argumental y así ofrecer una serie de secuencias sensuales para mayor gloria de su dupla protagonista. Siguiendo el esquema del cine erótico imperante en aquel momento en los cines grindhouse (o de barrio, estableciendo el símil con la distribución patria de entonces), las secuencias con el sexo de protagonista tendrán una dilatada duración, serán acompañadas con el espíritu naif que las caracterizaría, y además serán incluidas con todo tipo de gratuidad (como la «orgía» de despedida en Nueva York, justo cuando les es encomendada la misión), dicho esto en un sentido nada peyorativo por parte de quien suscribe. Por lo demás, una película disfrutable para quienes gocen de las líneas más desprejuiciadas de este tipo de cintas, que ofrece a la pareja protagonista con cierto carisma dentro de esta tonalidad «picante» dentro de su periplo por Roma, de la que veremos algunas de sus más populares ubicaciones turísticas como la Plaza de España. El núcleo argumental relativo a la historia criminal, puro relleno dentro de las verdaderas intenciones de la cinta, se convertirá en algo totalmente trivial aunque deje para sí un reducido puñado de secuencias en el que se intenta explotar cierto calado «badass» a las dos actrices protagonistas, aquí con el especial énfasis italiano en la asimilación de algunos (sub)géneros imperantes en aquel momento. Su aire desenfadado, el aprovechamiento de Roma como centro urbano para la acción (también las zonas costeras de sus alrededores) y el carismático aire que se insufla a sus actrices (dejando a un lado su «talento» escénico para las secuencias eróticas) es lo mejor que se puede decir de este producto destinado al núcleo duro de los seguidores del cinemabis europeo.

Dirige Roberto Mauri, cineasta cultivador de varios géneros con una larga filmografía que alcanzaba aquí su final, pero de la que me permito destacar Le notti della violenza (1965), una de las obras germinales del giallo. Su pareja protagonista está formada por Carmen Russo, toda una celebridad de la televisión italiana (también con un paso relativamente reciente por la pequeña pantalla española), y que antes de convertirse en una de las mujeres más populares y deseadas del país de la bota tuvo un interesante periplo por la cinematografía de su país especializándose en la comedia erótica, después de participar en algún que otro culto como Patrick vive ancora (Mario Landi), que estrenaría en ese mismo 1980. La acompaña Cintia Lodetti, directamente venida del plató de Luca el contrabandista (Luca il contrabbandiere, Lucio Fulci, 1980) y de cuya escasa carrera (con claros tintes eróticos en la mayoría de sus papeles) podemos destacar la women in prison selvática El infierno de las mujeres (Femmine infernali, Edoardo Mulargia, 1980). Le porno killers, su título original, conoció una doble versión (no oficial, parece ser) con unos insertos de hardcore que hizo que en algunos países fuese considerada una película ‘X’, una jugada de distribución muy habitual de la época en la que con una serie de reshoots (con dobles de cuerpo de las actrices principales) la cinta cruzaba la línea que va más allá del softcore. En España conoció estreno bajo el anagrama ‘S’ el 23 de octubre de 1981, según la web del Ministerio de Cultura. 93.470 espectadores disfrutaron en pantalla grande de las aventuras de estas adorables «pornokillers».

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