Atrapados en el miedo (Carlos Aured, 1985)

Un hombre con graves trastornos mentales consigue escapar del centro psiquiátrico en el que está hasta entonces recluido. Con pasado criminal, se dirige a los alrededores de Madrid cobrándose varias víctimas a su paso, sintiendo especial atracción por una casa en la periferia donde acontecerá una reunión de dos parejas que se disponen a pasar un fin de semana de diversión. Lo que iban a ser unas jornadas agradables para los cuatro amigos, será el punto neurálgico del pánico que ha sembrado en las inmediaciones el perturbado huido, quien previamente ya ha dejado un rastro de sangre con varios homicidios.

Para la que sería última película antes de abandonar durante varios años el mundo del cine, Carlos Aured, dentro del periodo más productivo de su carrera (no se pondría detrás de la cámara hasta muchos años después con su leve participación en Empusa [Paul Naschy, 2010]), volvería al género que le hizo popular dentro de la época gloriosa del fantástico nacional, el terror. Lo haría en una época un tanto convulsa para la producción de cine bis en nuestro país (entorpecido tanto por la infausta Ley Miró como por los cambios en la distribución en salas comerciales), una década de los 80 donde el horror patrio navegaría a contracorriente con una serie de películas de tumultuosas líneas de producción y en su mayoría imitando las aristas provenientes del terror americano. Este es el caso de Atrapados en el miedo, un remedo de slasher que se apropia de la premisa de La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978) con el precepto del maníaco homicida que tras años de reclusión consigue escapar del sanatorio para sembrar el pánico allí por donde pasan sus playeros (en este caso, unos Adidas muy de la época); como modo de imitación de las formas de la citada corriente, pretensiones claras en esta producción, cabe añadir que, dentro de su modestia, la película se separa bastante de la majestuosidad con la que el primigenio slasher americano otorgaba a algunos de sus villanos. Aquí, aunque no le veamos su rostro hasta bien entrado el tercio final, consiste en una presencia un tanto trivial de un joven con evidentes trastornos mentales, presenciados en su fisicidad, aunque carente de una presencia escénica digna de un malvado de dicho subgénero.

En el esquema argumental sí que se siguen los tropos básicos de la vertiente, con una serie de asesinatos ejecutados con cierto descuido formal y arropados por la escenografía rural de la periferia de Madrid, y alternados con la presentación de los cuatro protagonistas que sufrirán la ira del homicida en el último acto de la cinta: los dos hombres, José (Joaquín Navarro), Antonio (José Luis Alexandre), estereotipo de jóvenes con hormonas efervescentes dispuestos a pasar un fin de semana repleto de sexo y diversión (como mandan en los cánones del slasher) y las hermanas Ana (Sara Mora) y Laura (Adriana Vega); Ana, amante de Antonio, de vehemente mentalidad respecto a las intenciones de los dos jóvenes, se contrapone con Laura, mucho más introvertida respecto a ello, como buena (e ingenua) final girl del slasher norteamericano. Estos contrastes entre los personajes no tendrán mayor relevancia en un film bastante tímido en las formas de producción como en la modesta puesta en escena, descuidando en sus maneras estilísticas (muy lejos del esmero estético de películas como El espanto surge de la tumba [1973] por citar un título estelar de la filmografía de Aured), pero que se disfruta como un buen entretenimiento al aceptar su ingenuidad a la hora de emular los esquemas del citado slasher, líder en las taquillas del momento. Como tal, Atrapados en el miedo goza del encanto de ambientación «patria» hacia unos tropos argumentales de manual, tanto en su atmósfera como en la mentada recreación de su villano, más próxima al «cine kinki» que a la categoría monstruosa y/o fantasmal habitual que este tipo de historias suelen otorgar a sus malvados antagonistas. Sus costuras se notarán especialmente tanto en la ejecución del suspense como en calado formal de los homicidios, con el aporte musical de alguien acreditado como «Código Exterior», quien rellena el espectro musical de la imagen a golpe de sintetizador, añadiendo a la obra un valor tan encantador como surrealista.

La película, a pesar de ser una producción española, surgió del productor alemán Karl Heinz Mannchen (habitual colaborador de Jess Franco), quien quiso filmar en España una película de terror de muy bajo presupuesto que rápidamente se amortizase en las ventas internacionales. Debido a que su agenda le impidió estar al tanto del rodaje, encargó las labores de asistente de producción a José Luis Merino (Mannchen le produjo, dos años antes, su USA, violación y venganza [1983]), quien a su vez fue quien le sugirió al productor la elección de Aured para escribir y dirigir la película. Del reparto destacar especialmente a la pareja femenina, Adriana Vega y Sara Mora, ambas habituales presencias del «destape» cinematográfico de aquella época. Vega protagonizó, a modo de ejemplo, Viciosas al desnudo (Manuel Esteba, 1980), y a Mora ya se la había visto en eróticas cintas como Eva Man, la máquina del amor (Eva Man, Antonio D’Agostino, 1980) o La frígida y la viciosa (1981) del propio Aured, entre otras muchas. La película tuvo un discreto estreno en salas españolas el 15 de Marzo de 1985 (según figura en IMDb), con unas cifras de taquilla reflejadas en la web del Ministerio de Cultura que alcanzaron los 83.828 espectadores. Alcanzó cierta popularidad en su distribución en vídeo en Alemania bajo el título de In Angst gefangen; como podemos ver a continuación, para el póster en tierras germanas se utilizó una de las imágenes más recordadas de los pósters de la película Scanners (David Cronenberg, 1981).

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