El enigma del yate (Carlos Aured, 1983)

Un trauma del pasado origina en Natalia (Silvia Tortosa) una inestabilidad psicológica que lleva arrastrando desde hace años. Bajo prescripción médica, se toma unos días de vacaciones en un viaje por mar acompañada por su marido Carlos (José Antonio Ceinos), y una pareja de amigos, Blanca (Montserrat Torras) y Jorge (José María Blanco). Los escarceos amorosos entre los miembros del grupo así como el siniestro destino de cada uno de ellos convertirán el reducido yate en unos días de auténtica pesadilla para Natalia.

Tras un segmento dentro de su carrera en el que abarcó vertientes como el policíaco, la comedia, o el erótico, Carlos Aured volvía en 1983 a las fauces del terror, el género que le convertirían en uno de los directores de culto del fantaterror nacional. Lo haría de manera parcial y asimilando la tradición del suspense europeo con El enigma del yate, cinta que parte de un planteamiento visitado en varias ocasiones dentro del thriller cinematográfico; desde el Naúfragos (Lifeboat, 1944) de Alfred Hitchcock, El cuchillo en el agua (Nóż w wodzie, 1962) de Roman Polanski o ya más posteriormente Calma total (Dead Calm, 1989) de Phillip Noyce, la embarcación marítima es utilizada como un sumidero de confrontación entre una serie de personajes, violentada por el entorno inexplorado del mar así como por las herméticas localizaciones internas del pequeño habitáculo. Aured desarrolla esta premisa utilizando el misterio que se ahonda a través del personaje de Susana, epicentro de las consecuentes acciones que dan evolución al argumento partiendo de un trauma psicológico. Inesperadamente más centrado en el suspense de los acontecimientos que de las inevitables reminiscencias eróticas (un clásico en este tipo de historias en general, y en la entonces reciente filmografía de Aured en particular), El enigma del yate supone un interesante ejercicio especialmente durante sus primeros compases, tanto por el empleo de la atmósfera o la ambigüedad que rodea a algunos de los acontecimientos, además del efectivo uso del espacio interior de sus cercadas localizaciones. Justo en cuanto empieza a apoderarse de la película las filias del entonces imperante slasher (y la paulatina desaparición de las presencias masculinas), momento en el que Aured no esconde parcial predisposición al terror, la película cae en una serie de tiempos muertos que impiden afrontar con atino la claridad de los enigmas previamente establecidos, desdibujando en cierta medida el micro-universo psicológico centrado en su protagonista. Aún así, supone una obra de estimable visionado, con su fusión de misterio, terror y efusividad emocional que dentro de los vestigios del cinemabis europeo bien pudiera recordar a Oleada de placer (Una ondata di piacere, 1975), una de las primeras películas de Ruggero Deodato (protagonizada por su entonces esposa Silvia Dionisio, Al Cliver y John Steiner) con un planteamiento bastante similar.

El enigma del yate lleva consigo, debido a las naturalidades escénicas que la caracterizan, una enorme responsabilidad interpretativa. Como protagonista cuenta con la presencia de Silvia Tortosa (quien había trabajado con Aured en ¡Susana quiere perder…eso! [1977]), una de las musas del cine español de la época y que gozó de una sólida carrera abarcando cine (entre otras, recordada es su presencia en Pánico en el transiberiano [1972] de Eugenio Martín), teatro (llegó a fundar su propia compañía junto a Rafael Navarro) o televisión (apareciendo en series como Curro Jiménez o La huella del crimen), medio para el que sigue trabajando en la actualidad. Tortosa aporta una bella presencia además de esmero en los momentos en los que la película tira de la herramienta del impacto, aguantando con vehemencia en esas escenas en las que la película le propone lucimiento. La acompañan una desconocida pero también bellísima Montserrat Torras, de efímera carrera interpretativa, así como José María Blanco ,rostro habitual del bis europeo trabajando con directores como Umberto Lenzi, Miguel Iglesias, Germán Lorente o José Antonio de la Loma) y José Antonio Ceinos (Orgasmo Caliente [Enrique Guevara, 1981], Jugando con la muerte [José Antonio de la Loma, 1982), quien posteriormente se dedicaría al doblaje en videojuegos, como en una de las entregas de la saga Commandos.

Escrita por Luis Murillo, guionista del Un, dos, tres… responda otra vez y habitual colaborador de Sebastián D’Arbò, como se evidencia aquí dentro de su naturaleza argumental con ciertos clichés para el suspense también vistos en cintas como El ser (1982) o Acosada (1985), películas del citado cineasta catalán. Sin datos de estreno a disposición, sí que podemos decir que tuvo distribución en salas españolas (como así demuestra la existencia de sus fotocromos), así como una edición en vhs a cargo de Malibu Video, bastante cotizada en el mercado de segunda mano. Una película que sufre cierto ostracismo dentro del cine fantástico patrio, pero que supone una de las piezas más interesantes dentro de su devenir acaecido en la década de los 80.

2 comentarios en “El enigma del yate (Carlos Aured, 1983)

Deja un comentario