Marta (Adriana Vega) es salvajemente violada por varios pandilleros ante la presencia de su novio (Víctor Petit), quien huye despavorido del lugar dejándola totalmente indefensa. En una sociedad en la que las calles supuran sordidez, Marta se unirá a otras dos mujeres, María (Silvia Aguilar) y Diana (Amel Amor), con un único objetivo: clamar venganza ante aquellos que osan sobrepasarse con ellas.
Producción al calor del «Cine Clasificado S» y el fascinante andamiaje industrial de producción grindhouse de la Cataluña de finales de los 70 y principios de los 80, Trampa Sexual supone una de las películas con más espíritu explotativo de su realizador Manuel Esteba, firma habitual de la industria catalana que bajo este estigma urdió una carrera al calor de la explosión hispánica de los subgéneros. Dejando atrás sus inicios en el Spaghetti Western (Agáchate que disparan [1969], Veinte pasos para la muerte [1970]) y sus colaboraciones con los Hermanos Calatrava para mayor lucimiento de estos (Horror Story [1972], Los Kalatrava contra el imperio del kárate [1974], entre otras), una vez finalizada la dictadura Esteba se adhirió rápidamente a la explosión del cine erótico (o su extraña fusión con el terror como en Sexo Sangriento [1981]), destacando en estas lides tanto la también ya por aquí analizada Viciosas al denudo (1980), como su claro precedente, Trampa Sexual. La cinta que nos ocupa es una clara réplica al fenómeno del rape and revenge acaecido en Estados Unidos en el circuito grindhouse, y supone su primer claro acercamiento al erótico español, con ese claro hálito desvergonzado que en aquella producción catalana se tenía al también llamado «cine de destape»; un auge que en Cataluña, al calor de directores como Ignacio F. Iquino, Richard Vogue (Ricard Reguant) o el propio Esteba, se asimiló en unas connotaciones mucho más viscerales, a la par que híperrealistas. Además es necesario indicar que el asunto acabó derivando en idénticos propósitos suburbiales con el popularísimo cine kinki, condicionando la vertiente en una producción mucho más explotativa a la par que interesante por sus escasas filias a la comedia, seña de identidad de aquel cine erótico venido de la producción madrileña.


Para Trampa Sexual Esteba parte de un punto de partida no muy alejado de cintas como La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) o La Violencia del Sexo (I Spit on your Grave, Meir Zarchi, 1978), proponiendo la premisa de salvaje violación cuyas connotaciones vengativas se exhiben en pantalla como un camino redentor repleto de violencia. Sin la intención de querer comparar la aquí analizada obra de Esteba con las dos anteriores, culmen mesiánico del cine de explotación norteamericano, Trampa Sexual padece de los mismos síntomas que otras películas hermanas en su producción catalana (sin que esto deba ser tomado como algo negativo), centradas en unas pretensiones puramente explotativas hacia la erótica, con un puñado de escenas que intentan abiertamente adherirse al libertinaje temático del momento quedando reducida la obra a un puñado de secuencias de sexo soft para lucimiento de las actrices protagonistas. No obstante, y a pesar de que la cinta parece desarrollada únicamente con un esbozo de guion y en una marca de producción de bajo nivel, exhibe el habitual espíritu desvergonzado marca de la casa, con esa adherencia sin ataduras hacia la incorrección, que permite disfrutar de una historia sin ningún tipo de remilgo en su mezcolanza entre la erótica y la violencia. A este respecto conviene mencionar cómo la idea de partida (tres mujeres que claman venganza contra el género masculino por los abusos sufridos en el pasado) obtiene un subtexto de feminismo algo trasnochado (con mitin incluido), pero válido por el cómo el tridente protagonista se erige victorioso en sus propósitos; aún así, su condición de sexploitation impide aprovechar con mejores resultados el cariz violento que la cinta en algunos momentos se niega a desarrollar, y que nos priva de ver a dos absolutos iconos del star system de este tipo de cine (Adriana Vega y Silvia Aguilar) protagonizando una historia de venganza con más enjundia, dejando simplemente que las escenas de sexo sean las que piloten la desigual evolución de la trama.


Como en otras producciones de la época el reparto es uno de los principales atractivos de la cinta, recayendo el protagonismo en Adriana Vega (quien aquí debuta para luego convertirse en uno de los más interesantes iconos del cine erótico español), y quien ofrece, yendo a contracorriente de las propias intenciones de la película, unas inesperadas ínfulas dramáticas hacia su personaje; la acompañan en su redención los personajes interpretados por Silvia Aguilar (aquí en el cénit de su carrera) o Amel Amor (de la que tengo escasas refencias), junto a unos secundarios de lujo como Víctor Petit (recientemente fallecido y estrella del «grindhouse catalán», a igual que el también aquí interviniente Víctor Israel) o Fernando Sancho, histórico de nuestro cinemabis. Producida y escrita por Esteba, fue rodada, como la mayoría de su cine, íntegramente en Barcelona, conociendo estreno el 22 de septiembre de 1978, acompañada del anagrama ‘S’; según su ficha en la web del Ministerio de Cultura tuvo 334.769 espectadores, cifra nada desdeñable para una producción de estas características. No dispongo de información sobre su posible edición en el mercado doméstico (VHS o BETA), así que cualquier aportación que se pueda hacer al respecto se agradecerá.


PD: disculpas por la calidad de las capturas, pero esta es la única copia a la que desde aquí se ha tenido acceso.
