Express Reviews: «Beyond The Gates», «Fender Bender», «La autopsia de Jane Doe»,»The Windmill Massacre»

Beyond The Gates (íd, Jackson Stewart, 2016)

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Como otro de esos proyectos que parecen iluminar el actual fantástico de continuas ínfulas a cinematografías de décadas antecedentes, el debutante Jackson Stewart pronto se postula en hacer un extraño pero fascinante conglomerado entre la estética ochentera lumínica/sonora y un ambiente del imaginario retro metiendo de lleno en la trama un añejo videoclub de barrio y los juegos interactivos de temática terrorífica. Dos hermanos se encuentran en el negocio familiar de su fallecido progenitor y en él descubren un misterioso juego que viene presentado por una maestra de ceremonias que hace a los protagonistas una serie de indicaciones que acabarán en siniestros acontecimientos. 

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Lo que más destaca de Beyond The Gates es su absoluta sinceridad en eso que tanto se lleva ahora como es la autoconsciencia, planteando una historia de manera quizá demasiado lineal pero llevada por los derroteros de una atmósfera construida con pastiche estético funcional, que reviste su homenaje general al entretenimiento underground de toda una generación sin escatimar sus encomiables reminiscencias al terror más visceral, como afirman una serie de secuencias con un tono muy acertado y que en su juego de dimensiones del «averno» parece conectarse directamente de manera cuasi paródica al universo de Lucio Fulci, al menos en su sentido por lo sórdido. No es ninguna pieza clave del cine de terror moderno pero su lealtad a una época del horror  muy determinada (y por extensión, a su público) la hace especialmente meritoria, y con una Barbara Crampton siempre fascinante aquí haciendo de una especie de «sexy-creepy» émulo del Gatekeeper del Atmosfear. 

Fender Bender (íd, Mark Pavia, 2016)

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Se entiende por Fender Bender a la expresión que en la lengua angloparlante se refiere a esos pequeños impactos entre vehículos sin mucha importancia; esto es lo que le ocurre a la joven Hilary (Makenzie Vega) con un extraño conductor (Bill Sage). A medio camino entre el slasher (esfumándose el misterio al conocer de antemano la identidad del asesino), el survival (con apenas momentos dignos de mención) y el telefilm de sobremesa (dirección plana y una saturación forzada para ambientar Nuevo Méjico), la película se cernirá sobre el continuo acoso que el misterioso conductor arremeterá contra la joven, con todo tipo de convencionalidades en el desarrollo y trasfondo de las películas de su estirpe.

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Aunque suponga el retorno del director Mark Pavia (con cierto culto en sus espaldas gracias a El aviador nocturno [1997]), el film responde a un terror descafeinado en el que poco funciona, salvo su honestidad a la hora de querer asemejarse a algunos clásicos del terror. Es una pena porque tras una idea con cierto encanto (aunque parezca una versión demo de la majestuosa Death Proof [2007], de la que roba algún precepto) el proyecto acaba fallando en lo insípido de su protagonista, la monótona estampa de su villano y en una más que evidente  evolución predecible. Aún así, tiene algunas escenas de violencia rodadas con cierta solvencia y puede que no disguste al aficionado al slasher menos exigente.

La autopsia de Jane Doe (The Autopsy of Jane Doe, André Øvredal, 2016)

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Una más que interesante puesta en escena de ímpetu teatral, en una primera mitad planteada con absoluta estética hacia el suspense, el interés por lo mórbido sin caer en la explosividad del gore y todo envuelto en un halo de misticismo tan bien llevado hasta el punto de arremeter con eficacia un enorme interés que se irá desengrasando. En esta historia en la que un padre y un hijo se enfrentan a las extrañas vicisitudes de un cadáver sin identificar,  la película se compromete en el terror mucho más en poso que en estética, vanagloriándose además en un look visual cuidado al milímetro.

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Lástima que la parte final de la película, aún con un logrado twist final, abogue más por una resolución mucho menos cuidada, que destroza parcialmente su antes conseguida atmósfera y que volverá a la película a unos convencionalismos para nada esperados. Aún así, merece mención la habilidad para procrear tensión del director en prácticamente un único escenario, además de una paulatina mística que rodea constantemente a ese cadáver antagonista. Destacar también la manera que parece impactar en los personajes esos momentos truculentos que se exponen.

The Windmill Massacre (íd, Nick Jongerius, 2016)

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Un bus turístico con diferente amalgama de personajes se quedará atrapado en plenos Países Bajos, cayendo en reclusión en un viejo molino de viento con antigua leyenda negra detrás. De Holanda procede este slasher con toques sobrenaturales, en el que se aferra un argumento que pretende abordar, de una tacada, el asesino serial contra un grupo de personas con temática de trasfondo que aborda las puertas del inferno , con el surrealista precepto de situar esto en una zona por debajo del nivel del mar. El director Nick Jongeirus adopta las fórmulas clásicas del slasher en su época dorada, bajo la pretensión de añadir una abstracción narrativa plagada de oníricos y climáticos flashbacks, lo que unido a una decente factura técnica y la impresión dentro de su subgénero del elemento etéreo (recordando a algún que otro viejo clásico) compondrá el único interés de la cinta.

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Lamentablemente, Jongerius se ve incapaz de manejar la iconografía que pretende concebir, formando un caos narrativo abocado a unas artificiosas y torpes escenas de impacto, restando muchísimos valores  a una película en la que se germina una admirable pretensión de renovar un subgénero ya demasiado desgastado. Su ambientación, una Holanda rural auspiciada por la siempre fascinante presencia de los molinos de viento, se ve débilmente aprovechada, así como un villano cuyas dispersas apariciones suponen un agradecido apunte para evitar caer en los ramalazos más cutres del slasher, que inevitablemente rozará en la intención de dar una profundidad a sus personajes que se antojará como un añadido totalmente insustancial.

Saludos desde el Gabinete, camaradas.

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