Getting Into Heaven (Edward L. Montoro, 1970)

Heaven (Uschi Digard) es una joven europea que llega a Hollywood con una gran aspiración, convertirse en una estrella de cine. Comparte piso con su amiga Sin (Jennie Lyn) y juntas organizan una reunión con el señor Salacity (Miles White), un importante productor cinematográfico que someterá a Heaven a un riguroso casting. Nuestra protagonista, en su aventura por conseguir ese papel soñado que cumpla sus propósitos de popularidad, también encontrará el amor, un joven policía, Bernie (Scott Cameron), que también se verá inmerso en todo un desafío que llevará consigo todo tipo de escarceos sexuales.

El inicio de la década de los 70 supuso, como hemos visto anteriormente, el culmen de popularidad de una de los mayores mitos eróticos del cine grindhouse, Uschi Digard, de quien ya hablamos pormenorizadamente en la reseña de otro de sus vehículos de lucimiento dentro del cine erótico como Dirty Pool (Ed Stevens, 1971). En este caso vuelve a ser la protagonista encarnando a una ingenua joven llamada Heaven, bajo la prototípica aspirante a actriz que decide probar suerte en la mismísima meca del cine; junto a su compañera de piso no dudará en usar todo tipo de artimañas de índole sexual para convencer al afamado productor llamado señor Salacity, que caerá rendido a los encantos tanto de la propia Heaven como de su también volcánica amiga Sin; la trama se «complica» a nivel emocional ya que Heaven, que a pesar de su voraz apetito sexual rechaza cualquier tipo de relación seria (al menos, dicho por ella, hasta que se convierta en una gran estrella), conocerá el amor cuando conozca al policía en un control de carretera, un férreo agente de la ley que sin embargo es todo un inexperto en las prácticas carnales. Nos encontramos ante una cinta erótica que entra de lleno en la categoría de sexploitation pero convergiendo dentro de los terrenos de la comedia; aunque los films eróticos de la época solían tirar de la comicidad para aportar ingenuidad a su directo calado sexual, en el caso de Getting Into Heaven se tirará por un espíritu abiertamente camp, con unas escenas eróticas mucho más ligeras en cuanto a tono respecto a sus películas hermanas (tanto de la sexploitation como en las que en aquel momento aparecía Digard), que no se atreve ni siquiera a adentrarse dentro de los márgenes del softcore, pero que se disfrutan dado su énfasis puramente irreflexivo. No obstante, el conglomerado naif de su erotismo acerca la propuesta al tono que imperaría en las posteriores películas de Russ Meyer, guardándose una jocosidad imperante en algunas de sus escenas más recordadas: aquella de Heaven «calentando los motores» de su amante frotándose con un peluche, la escena lésbica con todo un icono pop como el Vicks VapoRub de por medio o el inserto de un volcán en erupción para simular la llegada de un orgasmo; este último gag, por cierto, se volvería a utilizar muchos años después en Austin Powers. La espía que me achuchó (Austin Powers: The Spy Who Shagged Me, Jay Roach, 1999). La simplicidad de la historia, así como su escaso valor de produción, habituales en su género, es compensado por el tono ligero y amable, entendiendo el contexto de mercado bajo el que se encontraba el cine de erótico en sus inicios.

Con Uschi Digard como estrella de la función (que encontramos acreditada como Marie Marceau), Getting Into Heaven es una película de necesario visionado si te consideras fan de este icono inmortal de la época dorada del cinemabis. Prácticamente todas las escenas de la historia circulan sobre ella, y su voluptuosa feminidad es el principal recurso erótico, aunque en un tono algo más ligero e ingenuo que algunos de otros hits de su carrera; Uschi, habitual secundaria en el cine erótico de la época, contaba aquí con uno de sus escasos papeles protagónicos, lo que añade un plus a la cinta. En el plano iconográfico, estamos ante una película grindhouse vuelve a recorrer la orografía californiana, aquí aportando una sátira «erotico-festiva» acerca de la multitud de aspirantes a intérpretes que en aquel momento llegaban a Hollywood en plena decadencia de la industria de estudios. Además, la cinta se permite cierta referencias a la condición inmigrante de Heaven: se alude a ello al principio de la cinta, cuando su futuro novio intenta multarla, además del velado deseo del personaje de no acabar siendo una ama de casa venida de Europa sino toda una estrella del celuloide. La película está dirigida por Edward L. Montoro, un eventual director que estaba especializado en labores de producción de cine de género, tanto el manufacturado en Estados Unidos como en régimen de co-producción con Europa: la video nasty La casa del terror (Don´t go in the house, Joseph Ellison, 1979) o Hundra (Matt Cimber, 1983), en esta acreditado como Erick Bruckner, son sólo algunos ejemplos de su carrera. Acompaña a Uschi la que venía de ser sería un rostro habitual y éxotico de la televisión norteamericana, Jennie Lyn, quien se retiraría de la interpretación poco después de filmar esta película; además de los desconocidos Miles White y Scott Cameron en los roles masculinos, tenemos la aparición, dentro del hilarante clímax final, de Phyllis Stangel, rostro (y cuerpo) visto en algunos eróticos de la época. Getting into Heaven se rodó durante 9 días en Beverly Hills, San Diego, y más especialmente en el californiano bosque de Sequoia, parque nacional, donde tiene lugar gran parte de la trama. Conoció un estreno en salas en Estados Unidos el 26 de febrero de 1970, y hace unos años fue recuperada en formato digital a través de Something Weird Video, lo que ha hecho que a día de hoy la película se disfrute en un óptimo estado de conservación.

Deja un comentario