Rewind Pulp: «El vengador negro», Alf Manz

En Nueva Orleans, el inspector del F.B.I. Roderick Keller sigue la pista a Samuel Lucius, un titán en el arte de la corrupción y al cual intenta meter en la cárcel por todos los medios. Durante su investigación, el reputado inspector conocerá a una elegante dama apodada «Honey», quien dice regentar una tienda de pieles en Nueva York. Keller cae rápidamente rendido a los encantos de la mujer, hasta que se percata de que todo es una trampa. El agente es asaltado, y toda la documentación que tenía sobre el «caso Lucius», usurpada. Comienza una carrera por investigar el trasfondo de esta trama en el que el sistema que él defiende profesionalmente acabará por ponerse en su contra…

El vengador negro es una de las múltiples obras que el escritor Alf Manz dedicó al policíaco, campo en el que se convirtió en todo un experto dentro de la literatura pulp nacional además de uno de sus más reputados creadores. Pseudónimo bajo el que se escondía Alfonso Rubio-Manzanares, Manz fecundó la mayoría de su trabajo para la editorial Rollán y más especialmente en la colección F.B.I. La idea de esta colección era la de dar la oportunidad al lector de sumirse en las aventuras de la famosa agencia de investigación, sin un protagonista fijo pero abarcando todo tipo de problemáticas con las que este famoso organismo batalló contra el crimen desde el Siglo XX hasta nuestros días. Si bien el principal acercamiento dentro de la ficción que el lector haya podido tener previamente con el F.B.I. sea el cine, cabe señalar que el séptimo arte, así como el énfasis para la acción cinematográfica coetánea a la escritura de estas novelas, pueden asimilarse como una influencia clara en la literatura policíaca de Alf Manz y esa épica característica impresa en sus recurridas escenas de acción.

Como acercamiento al policíaco de Manz, El vengador negro es una buena puerta de entrada, con su protagonista principal envuelto en un entramado que le convertirá hasta en un renegado del sistema. El héroe que acaba enfrentando contra aquello que ha defendido, oficio mediante, con su propia vida, un cliché que se ha ido repitiendo en algunos de los más populares héroes de la literatura pulp. La investigación del aquí principal personaje Roderick Keller contra un poderoso cargo corrupto le llevará a ser traicionado por una de las escasas presencias femeninas del relato («Honey», aquí la femme fatale de la historia), entrando en una dinámica de acontecimientos que le llevarán desde Nueva Orlenas hasta San Francisco (recluido en un barco y custodiado por dos de sus ahora ex compañeros) y Nueva York, donde se desarrolla un último acto repleto del dinamismo para el espectáculo de este tipo de tramas, mas especialmente las escritas por Manz, quien parecía tener un talento especial para la recreación urbana. La lealtad de Keller hacia el F.B.I. se volverá en su contra hasta el punto de ser dado por muerto, en una búsqueda por la verdad que le llevará a través de disputas con variados personajes: el propio Lucius, el que le apodará como «el vengador negro», dada su presencia sombría en sus actos, la propia «Honey», quien acabará por convertirse en una inesperada antagonista, así como un grupo de criminales, liderados por un cirujano, que le propondrán una colaboración conjunta. Intriga, mucha acción y una enorme contundencia narrativa a la hora de abordar el arco de su personaje principal en una historia que podríamos encuadrar en el hardboiled, uno de los subgéneros más recurridos de la literatura pulp, gracias a sus más que evidentes clichés de fondo y forma que utiliza, a destacar: la centralización de un (anti)héroe de tendencias destructivas en sus propósitos, la épica hacia el crimen, una narrativa para la acción con claras pretensiones hacia la espectacularidad (en pleno Manhattan) y cierta incisión moral en las actuaciones de algunos de los personajes, elementos que convierten a El vengador negro en un más que interesante pulp policiaco; de protagonista rudo y colérico, y con una narrativa que, siguiendo los tropos del bolsilibro nacional, se desarrolla con ritmo galopante. Conviene destacar la facilidad con la que Manz sumerge al espectador a través del clima policíaco norteamericano, descifrando con atino tanto las localizaciones en las que ambienta la acción, así como la propia organización y procedimientos del F.B.I. Hasta tendremos un «cameo» del afamado director de la agencia, Edgar Hoover, al cual Manz dedicaría incluso el protagonismo de alguna de sus obras.

En un artículo publicado en el extraordinario blog La memoria del bolsilibro, pueden encontrar unos más que interesantes datos biográficos acerca de Alf Manz y su obra, que bien merecen ser rescatados del olvido. Enlace.

Observaciones: Editorial Andina. Selecciones F.B.I. número 5, 1983.

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