Vacaciones sangrientas (Juan Jaime Bernos, 1974)

Richard Dawson es uno de los más eficientes agentes del FBI. Su próximo destino es una exótica isla del Caribe donde emprenderá una doble misión: despejar las dudas acerca de la muerte de su compañero y amigo Jim, asesinado en acto de servicio mientras investigaba las actividades mafiosas de una organización criminal del lugar. Richard se toma el objetivo como algo estrictamente personal, con el fin de acabar con la vida de aquellos que mataron a su amigo.

Vacaciones sangrientas es una de las respuestas hispanas al incipiente fenómeno Bond que impactó a las cinematografías de toda índole y nacionalidad. Único crédito como director de su cineasta firmante, Juan Jaime Bernos (habitual asistente de producción de la época), la película apuesta por un carácter de thriller exótico de acción relatando las aventuras de su protagonista, Richard Dawson (Wal Davis), un agente del FBI en plena misión y quien llega a una isla paradisiaca haciendo creer al respetable que su verdadero próposito es el de disfrutar de unas jornadas de vacaciones. Se las verá con todo tipo de personajes en una red de situaciones típicas del subgénero ‘spy’: sospechas, traiciones, la femme fatale de turno, coyunturas de peligro que desembocan en trepidantes situaciones de acción… La trama sucede en una isla del Caribe (en realidad el Puerto de Mazarrón, Murcia), un enclave que se aprovecha para aportar de cierto exotismo a las secuencias de acción (incluidas varias marítimas), donde el director se desenvuelve con cierta soltura consiguiendo una cinta con aroma a bolsilibro en su esquema narrativo. Una cinta que es fiel a su condición de exploit, logrando un émulo simple y efectivo de los lugares comunes del cine de espías del que especialmente extrae con mucho oficio algunas de sus naturalidades más identificativas. A este respecto podemos citar el buen provecho de sus localizaciones, creando una cinta luminosa y de ardiente fotografía, además de un ritmo ágil y raudo que confiere a la película la condición de oficioso entretenimiento.

Película con cierto soterramiento dentro de la ampulosa producción de género que acaeció en España en la década de los 70, y una de las obras que protagonizaron el periplo nacional como estrella de un personaje como Wal Davis; nacido como Waldemar Wolhfahrt, Davis era un ‘bon vivant’ establecido en la Costa del Sol como un turista sin oficio ni beneficio (pero de alto poder económico, según él mismo contaba) que en 1966 fue detenido por la policía española creyendo que se encontraban ante el denominado «Vampiro de la autopista», un asesino en serie que en aquel momento se estaba cobrando varias víctimas por tierras alemanas. Tras un mes recluido en la cárcel de Alicante y una vez aclarado el malentendido (su estatura de casi dos metros, sus costumbres un tanto extravagantes y un pelo rubio platino fueron suficientes indicios para creer que él era el asesino), Waldemar Wolhfahrt se propuso sacar rédito del asunto iniciando una breve carrera en el mundo de la canción, pero especialmente intentando convertirse en una estrella del cine europeo bajo el pseudónimo de Wal Davis; así llegaron películas como El vampiro de la autopista (José Luis Madrid, 1971), varias colaboraciones con Jess Franco y, entre otras, esta Vacaciones sangrientas, donde queda evidente no sólo su falta de carisma interpretativa sino también sus ganas de provocar al personal: su personaje aquí, el agente del FBI Richard Dawson, conduce el mismo Mercedes Rojo descapotable con el que el actor fue detenido años antes. No obstante, un artículo que narre en detalle las andanzas de este curioso personaje de la sociedad española de los 70 es una de las asignaturas pendientes de este humilde rincón virtual.

Wal Davis comparte escena con un grupo de personajes secundarios de lujo dentro del cinemabis español del momento: Ada Tauler, la respuestas romántica del protagonista (quien ya coincidió con Davis en El vampiro de la autopista), Roberto Camardiel como comisario, las pétreas y duras presencias de Frank Braña o Luis Barboo como villanos, y la siempre espectacular Ágata Lys, de rubia rubísima, y en los tiempos en los que se la conocía como «La nueva Marilyn», película de José Antonio de la Loma mediante. A modo de curiosidad, señalar que en su principal escena, Ágata lleva el mismo sujetador de encaje con el que se la verá en Las alegres vampiras de Vögel (Julio Pérez Tabernero, 1975), estrenada un año después.

Vacaciones sangrientas se estrena en España el 27 de junio de 1973, con una cifra de espectadores nada desdeñable, 267.988. Este dato proveniente de la web del Ministerio de Cultura contradice a IMDb, que le otorga un año de producción situado en 1974 a tenor de la fecha de estreno española que facilita, un 2 de septiembre de ese año. No obstante, nos encontramos ante una producción con el encanto y el sabor de la época y que para los más curiosos supone una de las cintas que protagonizaron el periplo cinematográfico del que por unos días fue «El vampiro de la autopista», el insigne Wal Davis, aquí esforzándose en aparentar ser un héroe de acción al más puro estilo James Bond.

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