Es más que probable que a algunos lectores el nombre de Bill Hinzman no les sonará, pero si atribuyo ese nombre al zombie que persigue a Barbara en el inicio de La Noche de los Muertos Vivientes (1968) seguramente les venga a la cabeza uno de los muertos vivientes más icónicos de la historia del celuloide. Y, en efecto, Hinzman, actor que empezó como fetiche de George A. Romero, probó suerte en la dirección en los años 80 siendo esta La Venganza de los Zombies Vivientes su segunda película detrás de las cámaras. Como si una costilla de la película de Romero del 68 se tratase, a modo de secuela bastarda, Hinzman además recupera su personaje para esta película que relatará una infección zombie que comenzará cuando un grupo de estudiantes vayan a pasar unos días en un frondoso bosque (la sombra de Posesión Infernal [1981] era muy larga en aquellos años) y que acabará asolando a toda una región rural a medida que los personajes se vayan infectando, creciendo una furia caníbal colectiva.

Hinzman porpone una revisión del universo «romeriano» en clave de Grand Guignol, con excelso gore e intentado tirar de la épica para sus momentos de impacto, recogiendo ya claves establecidas en La Noche de los Muertos Vivientes (y por extensión, fecundadas como constantes del subgénero), como las luchas en interiores asolados por un mal exterior, el carácter totalmente caníbal de la infección, la retransmisión por televisión del fenómeno,  un guiño claro al film de 1968 en su conclusión… Un film simpático y sin pretensiones, quizá dilapidado por el bajo presupuesto y un look demasiado chabacano, pero que regalará a los fans de los muertos vivientes tanto escenas grotescas como muertes viscerales, y todo bajo un hilo fino de mala baba en la representación de algunos momentos. Además, el rescate del zombie interpretado por Hinzman, que a pesar de lo esperado no es el protagonista de la función, se asocia como un guiño muy agradable al referente principal de la narración, que redondea el alta estima con el que esta película se puede asimilar si no se tienen muy altas pretensiones, y siendo fiel además a algunas de las naturalidades que caracterizaron aquel estado del cine de terror de los 80.

La película no gozó de estreno comercial en salas, siendo su caldo de cultivo comercial las entonces emergentes estanterías de los videoclubs, donde se convertiría en un pequeño clásico justo en el momento en el que las exploits zombies corrían a sus anchas por los reproductores de vídeo de aficionados de todo el mundo. Su título original (FleshEater) es otro guiño a la ópera prima de Romero que, en primera instancia, se quería estrenar como Night of the Flesheaters. Respecto a su ambientación en Halloween, el grueso de la película se desarrolla en plena festividad, saliendo además una fiesta de disfraces tan ligada a la noche de las brujas y de la que se origina uno de los momentos estrella de la película ante la veracidad de una de las indumentarias.

Saludos desde el Gabinete, camaradas.