Parida en plena eclosión del Slasher, Noche Infernal supone una de las primeras entregas de la entonces incipiente estrella Linda Blair (convertida en tal gracias a su paso por la saga de El Exorcista) por los efluvios menos conocidos del cine fantástico, que desencadenaría en la carrera de la actriz un infatigable paso por el cine underground de los 80. Como ya icónica pieza del previamente citado subgénero, Noche Infernal trae para sí algunas de las constantes temáticas del mismo, con el grupo de jóvenes asociados a una fraternidad (Alpha Sigma) y con el peligro de contonearse con lo oscuro; aquí, para superar una prueba final de la inclusión en dicho grupo estudiantil, cuatro jóvenes han de pasar una noche en una mansión con siniestra historia y unas paredes que parecen rezumar misterio por cada uno de los habitáculos del misterioso paraje.
Noche Infernal es una película muy pequeña, pero bien planteada, llevando aquí unos mecanismos claros a partir de la exigencia del momento (nuevamente, citar que aquel año suponía los comienzos de la edad dorada del Slasher), haciendo un curioso mestizaje de sus clichés con un icono para el folclore del horror como es la «casa encantada», aprovechándose de una buena utilización de la atmósfera y los interiores, así como la particular e inocente visión del horror donde la broma se mezcla con la tragedia, bajo una estimulante ambientación barroca. Aunque tópica en sí misma, la obra se ve hoy con cierto agrado por su absoluta falta de pretensiones y su sincero espíritu de Serie B, dejando incluso alguna que otra secuencia (especialmente en su conclusión) muy destacable que añadiría cierto estilismo en las habituales y abruptas finalizaciones que se verían en el momento en películas muy afines. La cinta se disfruta con cierto compromiso hacia el género y con la artesanía propia de su director a la hora de enfocar sus armas, lo que la convierte en una pieza totalmente disfrutable y rescatable, provocando que aunque se encuentren muchos de los tópicos de su subgénero (los prototípicos adolescentes, el acecho continuo del mal, etc.), estos se asimilen con naturalidad.
Con estética tan propia de la época que la hace una película icónica en sí misma, Noche Infernal se deja llevar en ciertos momentos por su sumisión a la estrella Linda Blair, cuya voluptuosa figura se pasea bajo una interpretación más sentida de lo esperado; del resto del reparto destacar los televisivos rostros de Vincent Van Patten o Peter Barton, este último repitiendo en el Slasher años después con Viernes 13: Último capítulo (1984). Dirigida por Tom DeSimone (uno de esos directores venidos del grindhouse que dejarían el sello subversivo de esa cinematografía underground también en los 80), tuvo un rodaje de 40 días en zonas aisladas de California y entre su equipo encontramos a Irwin Yablans como productor (venido directo de La Noche de Halloween [1978]), y se cita a Frank Darabont como asistente de producción. Respecto a su ambientación en Halloween, la también llamada noche de la brujas será el campo de acción perfecto para el devenir de los acontecimientos de los jóvenes, aunque no se acabe explotando a fondo su iconografía.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.