Es más que probable que a algunos lectores el nombre de Bill Hinzman no les sonará, pero si atribuyo ese nombre al zombie que persigue a Barbara en el inicio de La Noche de los Muertos Vivientes (1968) seguramente les venga a la cabeza uno de los muertos vivientes más icónicos de la historia del celuloide. Y, en efecto, Hinzman, actor que empezó como fetiche de George A. Romero, probó suerte en la dirección en los años 80 siendo esta La Venganza de los Zombies Vivientes su segunda película detrás de las cámaras. Como si una costilla de la película de Romero del 68 se tratase, a modo de secuela bastarda, Hinzman además recupera su personaje para esta película que relatará una infección zombie que comenzará cuando un grupo de estudiantes vayan a pasar unos días en un frondoso bosque (la sombra de Posesión Infernal [1981] era muy larga en aquellos años) y que acabará asolando a toda una región rural a medida que los personajes se vayan infectando, creciendo una furia caníbal colectiva.
Gore
Smash Cut (Lee Gordon Demarbre, 2009)
Que a modo de prólogo aparezca en pantalla el recientemente fallecido Herschell Gordon Lewis, el llamado «Padrino del gore» que cambió para siempre la visceralidad del cine de géneros en aquellos locos años 60, no es ninguna casualidad y ni mucho menos podría atribuirse al cameo gratuito. Y es que Lee Gordon Demarbre (y sí, el «Gordon» es un confeso guiño) realiza este Smash Cut como un homenaje al particular sentido del terror de Lewis, con esa promulgadora concepción del gore como elemento irónico y ampliamente expositivo, donde se creó toda una escuela posterior de influencias en esos estamentos. La historia con la que Demarbre construye su trama se basa en el mundo del cine, con un director de culto llamado Able Whitman (interpretado por David Hess, nada más y nada menos, no es necesaria presentación) que se encuentra tan asqueado por la pobre recepción de los efectos especiales de sus películas que para su siguiente proyecto decide utilizar cuerpos humanos reales. Una periodista llamada April Carson decide investigar los extraños acontecimientos que parecen rodear la siguiente película de Whitman, en el que vemos una clara dramatización del ímpetu, en un cariz más decadente, de lo que significó Herschell Gordon Lewis para el cine grindhouse de los años 60/70. Sigue leyendo
In Memoriam: Herschell Gordon Lewis (1929-2016)
El cine de terror perdía el pasado domingo a uno de sus más importantes exponentes, Herschell Gordon Lewis. Considerado desde sus inicios como el «Padrino del Gore», apelativo que tendría que compartir con el fascinante Lucio Fulci (aunque, si somos justos, Gordon Lewis sí respondía con todas las de la ley al apodo por sus obras germen para dicha corriente), con el director de la relevante 2000 maníacos (1964) se va uno de esos cineastas que cambiaron toda una manera de concebir el horror en pantalla. Nacido el 15 de Junio de 1929 en Pittsburgh, la figura de nuestro protagonista fue elemental para consolidar lo que hoy entendemos por cine gore o los extremos más excesivos del terror, justo en aquella década de los 60 donde el cine de dicha vertiente se encontraba anclado en un clasicismo urdido y explotado en decenios pasados. Sigue leyendo
Dossier Nasty: «The Ghastly Ones» (Andy Milligan, 1968)
Filmada en 16 mm y casi en su totalidad con cámara en mano, The Ghastly Ones vive hoy en el recuerdo por suponer la primera película de terror del incombustible e indescriptible realizador Andy Milligan, un cineasta todoterreno (además de dirigir también se encargaba de manera habitual de la fotografía, montaje y guión de sus films) con unos orígenes que se anclan a una notable experiencia en teatro hasta que a mediados de los 60 comienza a coquetear con el cine underground de temperamento amateur. Así inicia en aquella década un círculo de películas que recorrieron sin rubor los caminos del cine de explotación más marginal y en su vena más transgresora, en unas altas dosis de violencia bajo el sentido naif y premeditadamente humorístico que en aquellos momentos reinaba en el cine bis más desenfrenado gracias en gran parte a la jocosidad con la que Herschell Gordon Lewis parecería eclosionar el splatter, con sus efectos gore de medios artesanales y deliberada sobreexposición. Sigue leyendo
Cabin Fever (Travis Zariwny, 2016)
Tras unos días en los que avanzábamos el inminente estreno del remake de Cabin Fever, esta polémica revisión sobre el film de Eli Roth por fin ha llegado a las pantallas. Mucho se ha hablado de la incomprensión ante la existencia de una nueva versión que pretende revisitar la fórmula de una película cuyo contexto, venido de la devoción al cine de terror transgresor de los 70 por parte de un pasional director como Roth, funciona a día de hoy. Cabin Fever planteó en aquel 2002 una premisa basada en varios puntos de partida clásicos del género: la cabaña solitaria en medio del bosque como epicentro del terror, las muertes consecutivas de una serie de jóvenes urbanitas en un inhóspito terreno rural, y un terror que apoyándose en una serie de grotescas escenas de impacto (amparadas en una enfermedad que arranca literalmente la piel de quien la padece) proponía una ambientación fétida y demente en un frondoso bosque que se infecta paulatinamente de una mórbida atmósfera enrarecida. Sigue leyendo
Dossier Nasty: «No vayas cerca del parque» (Lawrence D. Foldes, 1981)
Nos encontramos con una de las películas más singulares de todas las que ocupan la lista de las «Video Nasties«. Y es que, aunque las cotas de calidad de los famosos vídeos prohibidos del Reino Unido nunca han sido consideradas de alto nivel, lo cierto es que en este film dirigido por el entonces jovencísimo debutante Lawrence D. Foldes (20 años tenía en el rodaje) es uno de los que más abiertamente expone su espíritu trash, partiendo de una trama totalmente demente que mezcla sin ningún tipo de rubor viejas leyendas, brujería y canibalismo, todo ello expuesto de una manera alienada y de insultantes inconexiones. Sigue leyendo
Especial Caníbal: «The Green Inferno» (Eli Roth, 2013)
En su incesante espíritu reivindicador de cinematografías del horror pasadas, Eli Roth pretende con este The Green Inferno rendir culto al clásico Holocausto Caníbal (1980) de Ruggero Deodato, que a su vez sería en su tiempo el polémico film estrella del subgénero de indígenas antropófagos. En realidad, y dentro de ese ímpetu del cineasta que siempre antepone su cualidad de cinéfago a la de director, Roth invoca todo un homenaje y revisión al canibalismo italiano no sólo recordado por el film de Deodato, sino también impulsado por cineastas como el Umberto Lenzi de ¡Comidos Vivos! (1980) y Caníbal Feroz (1981), el Sergio Martino de La montaña del Dios caníbal (1978) o el Joe D´Amato de Emanuelle y los últimos caníbales (1977), entre otros. Como films de explotación se aprovechaban de frondosas localizaciones selváticas para mostrar de manera exacerbada los instintos carnívoros y primarios de grupos de indígenas, dentro de un horror de enorme calado gore que en algunos casos, como el propio Holocausto Caníbal, gozaban de un realismo natural aterrador y más concretamente en el film de Deodato con una mirada al horror directa gracias a sus formas narrativas que de paso inaugurarían en popularidad el llamado found footage. Influenciado y apadrinado por el subgénero mondo (con gran relevancia en los años 60 y que el film Este perro mundo a.k.a. Mondo Cane [1962]) popularizaría, ofrecía una interacción con la imagen auspiciada por su intrínseco carácter documental), y tan odiado como amado a partes iguales, el cine de caníbales se recuerda bajo la alta exposición de su violencia que aunque le sea achacable cierta gratuidad en su incidencia, se alimentaba de una lectura sobre el despertar del lado más salvaje del ser humano, quien recibiría una especie de justicia poética cuando los caníbales hiciesen despertar sus instintos más bajos.
Dossier Nasty: «Blood Feast» (Herschell Gordon Lewis, 1963)
Herschell Gordon Lewis es reconocido hoy como «el padrino del gore«, epíteto que ha compartido con el paso de los años con otros directores de tal calibre como el del italiano Lucio Fulci, con cuya Aquella casa al lado del cementerio (1981) inauguramos el repaso formado a estas películas perseguidas por terrenos británicos. En el caso del director norteamericano tendría más trascendencia el apelativo agrandándolo aún más hasta el nivel de ser considerado como el creador del cine gore. Aunque antes de Gordon Lewis ya había tendencias y corrientes que ya presumían de estilismos propios del también llamado splatter (el Grand Guignol francés se postula como principal tótem de influencia, al que imitarían cineastas como D. W. Griffith, Cecil B. DeMille o la propia Hammer), se podría considerar al director de Blood Feast o 2000 Maníacos (1964) como el principal precursor del gore como corriente, apoyándose en un carácter explícito de la violencia y una búsqueda de la incomodidad más transgresora, constituyendo su estilo a lo largo de una filmografía que acabó por catalogarse como la más salvaje ramificación del slapstick (comedia apoyada en situaciones de violencia exagerada, que en el caso de Gordon Lewis se ayudaría de una desorbitada cantidad de grotesca violencia gráfica). Sigue leyendo