Dossier Giallo: «A… come assassino» (Angelo Dorigo, 1966)

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Mucho se ha escrito sobre las piezas que Mario Bava concibió en la década de los 60 y que hoy son consideradas como primeras obras culmen del giallo o, de manera aún más reflexiva, como las películas germen de lo que luego acontecería con la explosión originada con los primeros films de Dario Argento. Aunque es insondable la importancia para el subgénero de películas como La muchacha que sabía demasiado (1963) o Seis mujeres para el asesino (1964) (como algo que ya se ha tratado por estos lares virtuales), existe un nutrido grupo de películas que en la década de los 60 conformaban parámetros que luego se estandarizarían como clichés en los futuros gialli, sin ser consideradas estrictamente piezas de la corriente. Como muestra a este conjunto puede responder este A… come assassino (cuyo título se podría traducir literalmente como «A de Asesino»), que no debería ser estimada rigurosamente como un giallo (algo que el que esto escribe quiere dejar claro) pero que, encontrando en ella naturalidades que la conectan directamente con el subgénero, merece su relevancia en este Dossier. Sigue leyendo

Dossier Lovecraft: «El Alquimista»

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«Nunca sea que un noble de tu estirpe homicida
viva para alcanzar mayor edad de la que ahora posees«

Nos encontramos con uno de los relatos de nuestro autor con más puro hálito clásico. Escrito en 1908 cuando el autor estaba en plena adolescencia, esta corta historia es bastante particular dentro de la obra del genio de Providence por apostar por un terror de ímpetu tradicional, lejano del posterior horror cósmico que catalogaría por siempre a Lovecraft. Publicado en Noviembre de 1916, cuenta la historia de una familia aristocrática maldita por siempre jamás por las malas artes de un brujo negro, llamado Charles «Le Sorcier», que sentenciaría a la estirpe de nuestro protagonista para siempre: en el Siglo XIII, cuando el castillo que sirve como localización principal era un enorme emplazamiento sólido y tenaz, su estampa simbolizaba la alta categoría social de sus propietarios; en un caserón próximo a él vivía el viejo Michel «El Malhadado», un alquimista que coqueteaba constantemente con el reverso más oscuro de la magia. Sigue leyendo