El rape and revenge es uno de los subgéneros más populares del cine de explotación de la década de los 70. Instaurado de manera espontánea por Wes Craven en 1972 con su maravillosa La última casa la izquierda, la propuesta de cruentas violaciones escarmentadas con aún más salvajes venganzas generó toda una retahíla de respuestas como el Thriller – en grym film (1973) del sueco Bo Arne Vibenius o La violencia del sexo (1978, más conocida por su original I Spit On Your Grave) del norteamericano Meir Zarchi, a modo de ejemplo de una retahíla de películas que alimentaron una de las corrientes más subversivas de ese terror visceral nacido en el transgresor decenio de los 70. Aunque su premisa argumental haya sido requerida en varios géneros, las rape and revenge parecen vivir desde hace unos años una nueva era que a modo de revival intenta imprimir y re-actualizar aquel sello de horror realista, con carga pseudo-social, pretendiendo instaurar una crueldad en pantalla que se enlaza directamente con los más salvajes instintos del ser humano. Por ello, en la Doble Feature de hoy me congratula presentar No moriré sola, co-producción hispano-argentina dirigida por uno de los jóvenes promulgadores del nuevo cine de terror underground, Adrián García Bogliano, y Savaged, donde el realizador de documentales Michael S. Ojeda imbuye de elementos sobrenaturales al subgénero, algo muy poco habitual en el mismo.
No moriré sola (íd, Adrián García Bogliano, 2008)
El director español afincado en Argentina Adrián García Bogliano dirige uno de los exponentes de la nueva era del rape and revenge, surgido en esta ocasión en una Argentina frondosa. No moriré sola pretende desde su inicio repetir el espíritu underground y árido de las piezas claves del subgénero, con una ambientación rural ( aquí se aprovecha el frondoso espacio campestre de la zona de La Plata) que puede recordar al instante a obras clave como las ya citadas La última casa a la izquierda de Wes Craven o I Spit On Your Grave de Meir Zarchi, en esas coyunturas autorales de utilizar lo vacuo y salvaje del paisaje para crear una atmósfera sucia y opresora. La premisa inicial será tan sencilla como la de ubicar a un grupo de jóvenes chicas, aparentemente indefensas, que, tras encontrar otra joven medio moribunda, posteriormente serán las próximas víctimas de un grupo de enajenados rednecks que saciarán sobre ellas sus más primitivos instintos. Dentro de una estética concienzudamente amateur, algo que acabará pesándole al film, el director deja el guión a un segundo plano para centrarse en las escenas clave de violación y crueldad, ignorando una unidad argumental e intentando que su precariedad de medios oficien de un tono semi-documental, algo que en sus obras de referencia funcionaba de manera inconsciente, para aquí lastrar a la película a una ambientación forzada, sin conseguir el realismo pretendido. Se obvia cualquier tipo de presentaciones de protagonistas y antagonistas, maniobra atrevida, pero de difícil ejecución.
Una de las armas de las que la película se viste es un premeditado acercamiento al lado más salvaje de la violación; para ello García Bogliano hace de la cámara un mero instrumento de cierto sentido voyeurista, buscando un naturalismo cercano al del cine porno y viciando la atmósfera de suciedad y perfidia. Esta premisa, patrón esencial de los rape and revenge, aquí no funcionará debido a las altas pretensiones de impacto y por la subversión de una estética feísta que acaba por restar naturalidad y espontaneidad al asunto, armas creativas que esos referentes (que incluso el director se permite citar a modo de agradecimiento en los títulos de crédito) tan bien supieron administrar. A este respecto, también habría que añadir que el retrato de la crueldad parece emborronado por un punto de vista erótico nada justificado, lo cual anulará cualquier tipo de colisión dramática de la posterior venganza. Contextos paralelos del subgénero como la sublevación de la feminidad protagonista, el choque ético-cultural o la macabra emotividad de la venganza no son citadas aquí; a respecto de su resolución, decepcionante y muy ligera, romperá erróneamente un tótem clave del subgénero como es la posterior y extremadamente cruel venganza: en No moriré sola tan solo llega a llamar la atención su eje central, con una escena de múltiple violación que parece intentar justificar el decepcionante metraje restante del film.
A pesar de todo, hay varios puntos a favor que hacen de No moriré sola una película de agradables intenciones: como ya hemos mencionado, en sus formas se ve por parte del director la de inspirarse en una ambientación sórdida y pérfida a través de una narrativa alejada de la estridencia y el artificio (en ningún momento pretende ese vanidoso espectáculo retro de otros productos que confesamente homenajean al cine grindhouse), además de contar con la intencionalidad del terror asfixiante con un turbador ambiente diurno así como un minimalista y sucio acompañamiento musical. Estos preceptos artísticos son totalmente acertados en su concepto, y lo cual pueden advertir un gran cariño por parte de Adrián Garciá Bogliano del cine de terror más visceral y underground, pero acabarán ensombrencidos por la nula capacidad de crear un mínimo de tensión y personalidad fílmica.
Savaged (íd, Michael S. Ojeda, 2013)
La primera película de Michael S. Ojeda (realizador televisivo experto en documentales) sorprende de inicio por la inclusión de unos elementos puramente sobrenaturales en el rape and revenge. Cuenta la historia de Zoe, una joven sordomuda que emprende caminos por carreteras secundarias en busca de su prometido. Como es de esperar, será violentamente atacada y violada por los rednecks del lugar, tras visionar el cruel y desproporcionado asesinato que estos cometen sobre un indio. La película derivará por las constantes habituales del subgénero (la joven ingenua de la que se aprovechan y dan por muerta, re-aparición a modo de heroína para cometer una venganza despiadada…), pero aquí bajo los toques fantastique de la resurreción que la joven sufrirá a través de un brujo apache, un componente que resultará bastante exótico tratándose de un subgénero con un reiterado desarrollo arquetípico y lineal. Se conseguirán los efectos dramáticas habituales, aquí con la esperada venganza hacia los estereotipados villanos, en un índole inesperadamente cercano al terror saturado. Savaged tendrá para sí bastante claro muchos de los enfoques estilísticos y narrativos de las rape and revenge (ambientación rural sobre-expuesta, rednecks despiadados…) pero, como le ocurría a No moriré sola, esa asimilación se producirá en un más que evidente amateurismo que restará bastante personalidad a la propuesta.
Dentro de esta nueva corriente que parece vivir el rape and revenge, Savaged cae en muchos de los errores de bulto del nuevo cine de terror directo al mercado doméstico, como es la fotografía híper-saturada, modernos ángulos de cámara que impiden que el sórdido terror pretendido se pueda transmitir o la puesta en escena donde se nota demasiado el intento de disimular su escasez de medios. En realidad, estos errores parecen heredados de la que a todas luces parece ser el modelo que S. Ojeda parece asumir (el remake de I Spit On Your Grave, que hiperboliza los aciertos del original de Meir Zarchi cayendo en similares apuestas erradas), haciendo que estilísticamente la película sea algo incómoda de digerir. Sin embargo, ofrece ciertas naturalidades en la representación de su heroína, (una guerrera zombie que se postula como sangrienta luchadora), donde sus escenas de venganza pasan por tener una espectacularidad solo afeada por un Grand Guignol demasiado modernista; además de tener ciertos apuntes dramáticos que inesperadamente no molestan, Savaged acaba por ser un rape and revenge sobrenatural donde su atrevimiento hacia el subgénero (añadidura de un elemento tan netamente fantástico a una vertiente capitaneada por el índole realista de sus terror) está repleta de buenas intenciones, tan solo lastrada en lo mal suministrado de su estilismo, pero con el dinamismo narrativo canon de este tipo de historias. Además, algunos de sus villanos, imbuidos de una estética profundamente norteamericana, gozan de un carisma espontáneo que siempre ayuda a asumir los ramalazos canallas del subgénero.
Michael S. Ojeda imprime un alto nivel de brutalidad, no limitándose a ningún tipo de restricción formal a la hora de mostrar la violencia, respetando en este aspecto uno de los tótems del rape and revenge. Sus lagunas de guión quedarán subsanadas por su premeditada vanidad hacia el espectáculo de la crueldad, y en ese aspecto Savaged sí logrará embelesar a los admiradores del reverso más cruento del terror actual. Si a eso le añadimos la salvable interpretación protagonista, con una Amanda Adrienne que no desentonará para nada en aquellos momentos donde su idioma corpóreo (recordemos que es un personaje mudo) aportará bastante a la trama aunque no a los niveles de ingenuo intimismo de su referencia más clara, la Christina Lindberg de Thriller – en grym film.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.
No es este un subgénero que me atraiga, la verdad. Y leyendo este post tampoco hace que cambie mi opinión, parecen dos películas bastante malillas. Curiosamente anoche dejé a medio ver una de García Blogliano, «Late Phases», por lo que vi totalmente diferente a «No moriré sola».
Saludos!
Hombre el subgénero tiene auténticas maravillas en su origen, dentro de aquellos enajenados años 70. Lógicamente, y siendo un tipo de cine contextualizado en una época donde el terror trataba de alejarse de los cánones establecidos a favor de un trasfondo mucho más realista y salvaje, los émulos que puedan surgir ahora (como son las dos películas que aquí ocupan) pierden mucho valor.
De Bogliano he oído cosas muy buenas, y creo que tiene a punto una película en la que aparece nada más y nada menos que Christina Lindberg, pero de su obra sólo he visto esta, de la que puedo resumir como grandes intenciones pero con muy poco acierto en su plasmación.
Muchas gracias por ese comentario, camarada!!!
Savaged me pica la curiosidad, ya había oído hablar de ella y ahora con esta reseña me pican aún más las ganas de verla.
La premisa me recuerda un poco a una de las historias de Creepshow 2, en la que la magia nativo americana también se usa con motivos de venganza. Eso sí, sólo había asesinatos. Sin violaciones.
Con que sea más o menos entretenida de principio a fin a mí me vale. Landmine goes click, la última que vi de este subgénero, me decepcionó bastante.
«Savaged» es como mínimo entretenida, Rope; a poco que seas permisivo con el subgénero, y si eres capaz de ignorar por momentos su estética prefabricada, podrá ser de tu agrado. ¡Muy bien visto el paralelismo con la historia de «Creepshow 2», que yo no recordaba!.
No conozco, al menos así de primeras, «Landmine goes click». Me la apunto, por supuesto.
Abrazaco!