15 días de Halloween #3: «La noche de los demonios» (Kevin Tenney, 1988)

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La noche de los demonios es uno de esos clásicos siempre presentes cuando se citan los iconos del terror de los años 80. Y mas que por su supuesta calidad y compromiso respecto a su propio género, cabría analizar como la obra de Kevin Tenney logra sobrepasar las barreras del culto no por sus supuestos toques de calidad, sino más bien debido a una visión del género que hace la película se anexa a la manera en la que el cine de terror de la época obtenía una rápida y agradecida respuesta del público. Las posesiones demoníacas son llevadas aquí en una visión «cartoonesca», sumiendo al terror en grandes dosis de hilaridad escénica, práctica habitual en otras cintas contemporáneas  dejándose imbuir aquí además por un retrato del como el norteamericano medio entiende la estética y espíritu de la festividad de Halloween. Su historia, tan tópica que pide a gritos una reversión mordaz por parte de sus creadores: un grupo de adolescentes organizan una fiesta para celebrar la llamada noche de las brujas en una funeraria abandonada, esa que el folclore local define como una puerta a mundos diabólicos desconocidos… 

Como es esperar, la noche se irá de las manos entre sobredosis de alcohol, tetas y una sesión de brujería, no sin antes de que se muestren en pantalla los tópicos habituales del cine adolescente de la época: jóvenes con hormonas efervescentes, la visión circense de la noche de Halloween con los efluvios ambientales del clásico horror, las enormes ganas de la jovialidad impregnada de tenebrosidad, el habitual despelote de Linnea Quigley convertida ipso facto en musa del género (lápiz de labios mediante) y una sesión de ouija que supondrá el punto de inflexión para despertar las fuerzas malignas y que el film de Tenney se deje llevar por los estamentos del terror. Así, y como si una versión caricaturesca de Posesión Infernal (1981 de Sam Raimi o el Demons (1985) de Lamberto Bava se tratase (en el caso de la primera usurpando incluso algunos de sus trucos de cámara más característicos) , asistiremos a un desfile de posesiones, muertes rimbombantes y una fina escenografía del horror, aupado esto en una maravillosa localización que convierte a la película en una especie de «tren de la bruja» paródico y envuelto de pop-metal tendencia y un hálito gótico de tartaleta; su hilaridad constante no llegará a compensar la falta de compromiso con el espíritu más transgresor del horror, algo de lo que van sobrados sus dos claros referentes citados. Dicho de otra manera, es perfectemante entendible que La noche de los demonios acaparase la atención del adolescente absorto del cine de terror más afín a la opereta de feria, pero que el aficionado más desprejuiciado asumirá cono una curiosidad salvada por su alocado sentido de la diversión, pero no como pieza clave del género.

Perfecta para entender (tanto para lo bueno como para lo malo) el estado del cine de terror americano de los 80,  se salva como cocktail auto-referencial que envuelve una enorme broma dentro de una estampa iconográfica de terror (sumida aquí en una ambientación pop de la noche de  Halloween), con lo grotesco y socarraón de alguna de las escenas como la protagonizada por la siempre exuberante Linnea Quigley o el baile creepy que se marca Amelia Kinkade, a la postre los momentos más significativos para el recuerdo del film. Al otro lado de la balanza un ritmo desigual, la indiferencia en la presencia de algunos personajes y el poco impacto de su tercio final «demoníaco». Rodada en cuatro semanas y contando con las sabias artes de Steve Johnson en las labores de maquillaje, el paso del tiempo la ha catalogado como un clásico moderno bastante popular, que originaría dos secuelas y un remake.

Saludos desde el Gabinete, camaradas.

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5 comentarios en “15 días de Halloween #3: «La noche de los demonios» (Kevin Tenney, 1988)

  1. Una película divertida, tengo que volverla a ver alguna vez. Como Evil Dead ya hizo el terror bufonesco años antes y con mejor tino, eso, inevitablemente, le resta peso como icono. Y aún así, tiene a la mítica scream queen Linnea Quigley y el encanto ochentero (también la caspa, claro) y el hecho de que los adolescentes del film estén celebrando Halloween hace que sea una película muy apropiada para ver por esas fechas.

    No sabía lo de que fue rodada semanas, ¡qué rapidez! Buena reseña como siempre, Reverendo.

  2. Muy buenas, Camarada Rope!!

    Lo cierto es que sí, la fama que tiene se le debe mucho más a su cariz jovial y divertido respecto al género más que por su compromiso con el mismo. Aunque quizá recordada excesivamente dentro de los repasos que suelen reivindicarla como clave del terror de los 80 (que es algo con lo que no estoy muy de acuerdo) sí que merece estar en este especial por su compromiso iconográfico respecto a la noche de Halloween.

    Quigley, como siempre, excepcional, engrandeciendo su mito, como no.

    Enorme abrazo.

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