El cine de explotación entró por terrenos muy pantanosos durante la década de los 80, para beneplácito de aquellos que nutrimos nuestra cinefilia en las estanterías más cochambrosas de la sección dedicada al cine de acción. Escuadrón Pantera responde a este tipo de películas, rindiéndose a los encantos del actioner aquí en vertiente femenina, y que suponía en sí misma una muestra del entonces imperante subgéneros de mujeres acción desempeñando una utilización de las armas habitualmente atribuida a los hombres. Esta producción franco-belga-hispana se procrea en 1984 seguramente bajo las intenciones de Sybil Danning de crear un vehículo para su lucimiento. Danning, la voluptuosa y fascinante estrella del culto que en aquellos años ya hacía circular su hermosa figura por el cine de explotación más desenfrenado (había aparecido ya en algunos de los títulos más recordados de su filmografía como Los Siete Magníficos del Espacio [Jimmy T. Murakami, 1980] o El Desafío de Hércules [Luigi Cozzi, 1983], entre otras muchas) seguramente pretendía protagonizar una película donde sacar afuera su portentosa fisonomía y su condición de sub-estrella del cinemabis. Sigue leyendo
Jess Franco
Dossier Slasher: Introduciendo un género. Máscaras, cuchillos y gritos en la oscuridad… (2)
En la primera parte de este artículo introductorio al Slasher nos habíamos quedado justo en el momento en el que se puede catalogar el estallido comercial de este apasionante subgénero: el estreno en 1978 de La Noche de Halloween, el modesto film de John Carpenter que expondría y ampliaría enormemente las más representativas claves del mismo. Partiendo de una clara influencia como fue el esquema argumental de Navidades Negras de Bob Clark, Carpenter potencia hasta el extremo la utilización de una trama sencilla (un pequeño vecindario que sufrirá los crímenes de un villano) pero que gracias a una serie de conjunciones puramente fílmicas se convertiría en todo un clásico del terror. Asentando los que se considerarían muchos de los patrones básicos del Slasher, que ya venían dándose con anterioridad pero que el cineasta aquí los estandariza (víctimas adolescentes, localización aislada, villano enmascarado…), sumándole una elegante articulación narrativa (ya presentado con el plano secuencia de inicio y su maravilloso uso del formato panorámico), impropia de estas temáticas, y con un reparto que incluía a una vieja estrella de Hollywood como Donald Pleasence y la presentación al mundo de Jamie Lee Curtis, quien sobre ella recae la responsabilidad de establecer las coyunturas de lo que a partir de aquí se empezó a llamar como final girl. Sigue leyendo
Lucifer: El ángel maldito (Elo Pannacciò, 1975)
Dentro de las muchas variantes que adquirió la cinematografía de explotación italiana, a mediados de los 70 se originaría una retahíla de películas que intentarían emular el éxito de El Exorcista (1973), la película de William Friedkin que originaría que en el cine de terror comenzasen a surgir recurrentes incisiones en tramas de corte satánico o luciferino. En Italia esta corriente de émulos tendría a El Antricristo (1974) de Alberto de Martino como uno de sus principales títulos, que entre otros estaría acompañado por esta Lucifer: El ángel maldito (libre traducción del original Un urlo dalle tenebre), segunda incursión de Angelo Pannacciò en el cine de terror tras Il sesso della strega y que en algunos copias vendría firmada por uno de sus pseudónimos anglosajones, Frank C. Lucas. Según IMDb la película estaría co-dirigida junto a Franco Lo Cascio, que como Pannacciò luego se convertiría en un efusivo director de cine porno. Sigue leyendo
Jack el destripador (Jess Franco, 1976)
Jack el destripador es uno de los productos más interesantes de la etapa suizo-germana de Jess Franco, más que por sus cualidades cinematográficas (innegables, aunque no esté la altura de algunos de los previos trabajos del director malagueño) por la curiosa aproximación al universo del insigne del famoso homicida. Un siempre hipnótico e impenetrable Klaus Kinski se mete en a piel del célebre asesino, cuyo peculiar fisonomía apoya a la hora de mostrar un dibujo ténebre del personaje, auténtico hito de una película que pretende con éxito llevar las peculiaridades que rodean al famoso asesino (aquí denominado como el Doctor Dennis Orloff) a las propias filias escénicas del director aprovechándose para ello de una ambientación perfecta para la historia. Franco sacrifica, en cierta medida, la misteriosa estampa del anonimato del Jack «El destripador» real en favor de un acercamiento del personaje hacia una mentalidad prototípica, muy propia del mad doctor, de otros iconos (contra)culturales como «Dr Jekyll and Mr Hyde», hasta el punto de que el rol acabe formando una extraña mezcolanza de referentes. Sigue leyendo