El Gabinete en… Aguas Estancadas #34

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Con un pequeño retraso debido a la cobertura hecha a los Géneros Mutantes del Festival Internacional de Cine de Gijón, llega el momento de mencionar una de las últimas colaboraciones de este humilde rincón virtual con los camaradas y amigos de Aguas Turbias, en su spin-off estrella, Aguas Estancadas. En esta ocasión tocará el repaso a dos de las obras más representativas de ese cine «maldito» español, con dos enormes piezas de culto aquejadas de cierta maldición aunque por diferentes motivos. En el caso de la primera, El Monte de las Brujas (1972) de Raúl Artigot, nos encontramos ante una espectacular concepción del horror en plena Asturias rural, film que por una serie de circunstancias no conoció estreno comercial en España (salvo un premiado pase en el Festival de Sitges) algo que aún así no le ha impedido ser una pieza constantemente referenciada y rescatada. La segunda película, La Campana del Infierno (1973) de Claudio Guerín, sobrevive en el recuerdo como una de las más extrañas piezas del fantaterror hispano, acompañada de la fatalidad que hizo a su director perder la vida en pleno rodaje. Más detalles de estas dos imprescindibles obras del terror europeo en el podcast liderado por Salariasa, Snuff y David, donde nuevamente el que esto escribe se honra de acompañar. Enjoy:  Sigue leyendo

In Memoriam: Saturno Cerra (1924-2015)

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El pasado sábado fallecía a la edad de 91 años Saturno Cerra, uno de los secundarios más incombustibles que ha dado el cine de género español, con especial recuerdo en su paso por el Western. Aunque, como en posteriores líneas veremos, participó en todo tipo de películas de diferentes  corrientes, sería el Spaghetti Western el género estrella de su filmografía, logrando aparecer en algunos de los films más recordados de la vertiente, siempre como estoico secundario de firme y tosca presencia. Nacido en la asturiana localidad de Sebreño, Ribadesella, su rocambolesca vida bien podría haber originado toda una película. Comenzaría, casi de niño, trabajando como albañil en su pueblo de origen (siempre sería conocido por los lugareños como «El críu de Sebreñu»), para posteriormente coger las maletas y emigrar a Madrid para buscarse la vida; allí trabajaría como dependiente de moda, obteniendo enorme prestigio en el oficio, hasta que la decadente posguerra que asoló al país le obliga a cruzar el charco  llegando a tierras brasileñas. Sigue leyendo