Dossier Slasher: Introduciendo un género. Máscaras, cuchillos y gritos en la oscuridad… (2)

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En la primera parte de este artículo introductorio al Slasher nos habíamos quedado justo en el momento en el que se puede catalogar el estallido comercial de este apasionante subgénero: el estreno en 1978 de La Noche de Halloween, el modesto film de John Carpenter que expondría y ampliaría enormemente las más representativas claves del mismo. Partiendo de una clara influencia como fue el esquema argumental de Navidades Negras de Bob Clark, Carpenter potencia hasta el extremo la utilización de una trama sencilla (un pequeño vecindario que sufrirá los crímenes de un villano) pero que gracias a una serie de conjunciones puramente fílmicas se convertiría en todo un clásico del terror. Asentando los que se considerarían muchos de los patrones básicos del Slasher, que ya venían dándose con anterioridad pero que el cineasta aquí los estandariza (víctimas adolescentes, localización aislada, villano enmascarado…), sumándole una elegante articulación narrativa (ya presentado con el plano secuencia de inicio y su maravilloso uso del formato panorámico), impropia de estas temáticas, y con un reparto que incluía a una vieja estrella de Hollywood como Donald Pleasence y la presentación al mundo de Jamie Lee Curtis, quien sobre ella recae la responsabilidad de establecer las coyunturas de lo que a partir de aquí se empezó a llamar como final girl. Sigue leyendo

In Memoriam: Larry Drake (1950-2016)

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Aunque su carrera esté repleta de películas de todo tipo de vertientes y géneros, Larry Drake se ganó a pulso el ser uno de los villanos estrellas del fantástico de las últimas décadas por participar de manera constante en ciertas obras que de una u otra manera son recordadas por los aficionados Primeramente se destacará Darkman (1990), la importantísima aportación de Sam Raimi al cine de superhéroes, donde Drake interpretaría al villano Robert G. Durant, algo que también llevaría a cabo en su segunda parte, Darkman II. El regreso de Durant (1995), que iría directa a video y televisión. Aprovechándose de su peculiar fisicidad facial, Drake componía el que ya es un malo icónico que, como la película de Raimi, tenía el gran valor de no estar basado en ningún personaje venido del cómic aunque se respetasen de gran manera las coyunturas de la iconografía del superhéroe como modelo. Sigue leyendo