Apocalipsis Caníbal (Bruno Mattei, 1980)

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Dentro de la cinematografía de explotación italiana el subgénero de los muertos vivientes captó toda la atención de numerosos cineastas tras el estreno del Zombie (1978) de George A. Romero, que para más inri tenía a Dario Argento como productor, quien supo como nadie vender la película en Europa. Tras una primera respuesta de claros tintes de imitacióm como Nueva York bajo el terror de los zombies, (a.k.a. Zombie 2, en su intento de venderse como falsa secuela, que además supuso la entrada por la puerta gran de Lucio Fulci al euro-splatter), Bruno Mattei, auténtico capo de la imitación trash de lo foránea, dirige Apocalipsis Caníbal, co-producción hispano-italiana que supone para el cinemabis uno de los más apasionantes ejercicios de explotación del muerto viviente. Sigue leyendo

Necrophagus (Miguel Madrid, 1971)

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Pocos antes de dirigir la curiosísima El asesino de muñecas (1975), el realizador Miguel Madrid estrenaría una de las piezas más bizarras y estrafalarias del fantaterror español. Conocida internacionalmente con el más sugerente título de Graveyard of Horror (Cementerio del terror, si traducimos literalmente), Necrophagus marca cierta curiosidad en la historia del terror español por su llamativo juego de géneros, dentro de un entramado en el que podremos encontrar desde mad doctors, ambientaciones de pura inspiración gótica o algún «muerto» revivido, hasta localizaciones tan afines al género como un majestuoso cementerio y dentro de un horror que apuesta por lo atmosférico. En este sentido, el film de Madrid, a pesar de contar en su título con un epíteto tan sonoramente gráfico como «Necrophagus» (que podemos traducir como necrofagia, el curioso a la par que singular arte de comer cadáveres), el film entra dentro del sector más moderado de la corriente de terror que se originó en España por aquellos días: la ausencia de violencia gráfica explícita (salvo leves apuntes), así como la exclusión de desnudos (muy habituales en películas coetáneas) sorprende, aunque es cierto que el director pretende imbuir al terror de un componente mucho más sutil y sugerente como es una sensación continua de perturbación en su ambiente. Sigue leyendo