Recomendando: El Buque Maldito #31

El Buque Maldito #31 (2)

Ya está entre nosotros el esperado número 31 de uno de los grandes protagonistas del nuevo resurgir del fanzine nacional: El Buque Maldito. La publicación presenta nueva entrega, con siempre interesantes y variados contenidos relativos al cinemabis tanto nacional como foráneo, capitaneada por el infatigable Diego López, que además de editor es uno de los responsables de programación del Festival de Sitges y coordinador principal de su sección Brigadoon. A continuación se reseñan los contenidos de este nuevo número, no sin antes hacer mención a la doble portada con la que se presenta (con El Bosque del lobo [1970] de Pedro Olea y Presagio [1970] de Miguel Iglesias como protagonistas) además de una contraportada ilustrada con una imponente instantánea del concierto que John Carpenter ofreció en la pasada edición del ya citado festival catalán. 

José Lifante

jose lifante

La primera entrevista tiene como objeto a todo una eminencia de la interpretación nacional como José Lifante, actor catalán de siempre inquietante presencia y que se codeó con algunos de los nombres más importantes del cinemabis español como Jordi Grau, León Klimovsky o Miguel Madrid. A través de las preguntas realizadas por Diego López, Lifante repasa unos inicios en el teatro, sus primeras apariciones en cine de la mano de Francisco Rovira Beleta e Ignacio F. Iquino, su participación en el film colectivo Pastel de sangre (1971) y, como no podía ser menos, sus intervenciones en el fantaterror nacional; La perversa caricia de Satán (1973) de Jordi Gigó, No profanar el sueño de los muertos (1974) de Jordi Grau, El asesino de muñecas (1974) de Miguel Madrid, El extraño amor de los vampiros (1975) de León Klimovsky o Tiempos duros para Drácula (1976) de Jorge Darnell salen a la palestra, entre otras, donde Lifante relata su relación con los citados cineastas e interesantes anécdotas, como su experiencia en el trabajo con el especialista Giannetto de Rossi en la película de Grau. Su previa experiencia teatral como Drácula, el paso por la comedia durante la década de los 80, alguna rara avis dentro de su filmografía como la inclasificable La pantalla diabólica (1985) de Joaquín Hidalgo o su participación en Las aventuras del barón Munchausen (1988) a las órdenes de Terry Gilliam, así como sus últimas presencias en el fantástico nacional y en el ámbito del cortometraje, son otros de los temas en los que el actor expresa sus impresiones en un tono muy cercano y divulgativo.

El bosque de Olea. Una búsqueda sobre los orígenes del miedo

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David Pizarro propone un ensayo acerca de la figura del director vasco Pedro Olea, responsable de cintas como El bosque del lobo (1970), Tormento (1974), Pim, pam, pum… ¡fuego! (1975) o Akelarre (1984), entre otras. El texto se compone de lecturas, conceptos, uniones y asimilaciones hacia el cine de Olea, centrándose en coyunturas relativas a la filmografía del autor como el elemento del miedo, una naturalidad presente desde sus primeros trabajos y que es perfectamente destacable en la ya citada película protagonizada por José Luis López Vázquez y que da imagen a la portada de este número del fanzine. Después de subrayar estos conceptos, similares a los que se manejan en La casa sin fronteras (1972), en consonancia al enfoque rural que comparten ambas obras, Pizarro continúa diseccionando las características formales de otras obras del director como No es bueno que el hombre esté solo (1973), de la se extrae una interesante conexión con la realidad socio-política de entonces, o Akelarre (1983), película que retrata toda una cruzada para acabar con la brujería y otros ritos paganos, cinta que supuso una pieza evolutiva de algunas de las filias conceptuales de Olea, incluyendo más posibles anexiones al retrato social. Otras cintas como La leyenda del cura de Barbota (1989), donde nuevamente incide en la fantasía del oculto, o su colaboración con Pedro Costa en su serial La huella del crimen con Las envenenadas de Valencia (1985), también tendrán espacio en este ensayo que recupera las personales filias hacia el fantástico de un cineasta de necesaria reivindicación. 

Pedro Olea

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Para completar el estudio sobre la figura del director bilbaíno se adjunta a continuación una entrevista al cineasta a cargo de Diego López. Olea responde a las preguntas relativas a su pronta anexión al cine fantástico, desde su niñez, que tal y como él relata derivaría en una fascinación por todo lo relativo a la brujería y los aquelarres, subtexto presente en algunas de sus cintas. Olea diserta acerca de la conexión de algunas de sus obras con casos verídicos, sobre un simpático origen biográfico a su vocación como director, un fallido proyecto en sus orígenes que estuvo a punto de dirigir al mismísimo Boris Karloff, además de su experiencia en el sci-fi con la subterránea Juan y Junior… en un mundo diferente (1968), film repleto de problemáticas tal y como relata el cineasta. Después de diferentes cuestiones pronto se llega a la que quizá sea su película más representativa en sus devaneos con el fantástico, El bosque del lobo, de la que relata el origen del proyecto, características y curiosas problemáticas durante la producción, así como su paso por festivales o lo cerca que estuvo su prohibición en salas nacionales. La casa sin fronteras (1972), nuevamente con una imperdible anécdota sobre el «viaje» de la película a Los Angeles, o su primigenio cortometraje Anabel (1964), sirven de apoyo para que Olea relate multitud de anécdotas acerca de su realización y los profesionales con los que se rodeó. Su paso por el emergente cine quinqui con La Corea (1976), el anhelo sucumbido de realizar una película de brujería con Akelarre (1984), su experiencia con Pedro Costa en El caso de las envenenadas de Valencia, o la reciente Zonbi eguna (el día del zombi) del film colectivo Bilbao Bizkaia Ext: Dia (2015), son otros temas que salen a relucir entre el gran entusiasmo que Olea transmite en todas y cada una de sus respuestas. 

Silvia Aguilar

Silvia Aguilar

Silvia Aguilar es otro rostro de absoluto culto se pasea por este nuevo número de El Buque Maldito a modo de entrevista, en este caso a cargo de Carlos Benítez, quien la reivindica además como uno de esas actrices modélicas en el cinemabis español de diferentes géneros, alcanzando cotas muy iconográficas en el fantaterror. La actriz comienza relatando sus inicios, publicidad y televisión mediante (llegando a trabajar con realizadores de la talla de Jaime de Armiñán o Chicho Ibáñez Serrador), repasando algunas películas en las que posteriormente aparecería como ¿Y ahora qué señor fiscal? (1977) de León Klimovsky o Tráfico de menores (1978) de Alberto Negrín, mostrando de paso su rechazo a su participación en algunas «Clasificaciones S», imperantes en aquel momento en las carteleras nacionales, además de disertar de su popularidad en aquellos finales de los 70. Sale a colación su apoyo al mundo del cortometraje con el comienzo de la siguiente década, y como no podía ser de otra manera sus colaboraciones con Paul Naschy, que la convierten en una figura tremendamente popular dentro del terror nacional. La charla finaliza con una disertación sobre su abandono del cine a comienzos de la década de los 80.

Alien 2 Sulla Terra: Terror bajo tierra

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Como antesala a uno de los platos fuertes de este número, la entrevista al realizador italiano Ciro Ippolito, Xavi Sánchez Pons analiza su obra más conocida, que se ha elevado dentro del culto como una de las falsas secuelas más populares del cine europeo. Parida en intenciones comerciales y artísticas como una continuación del absoluto clásico Alien, el octavo pasajero (1979) de Ridley Scott, Xavi realza las cualidades de un film que a pesar de estar encuadrado por un amplio sector de los aficionados en una liga secundaria y underground, trasgrede más allá de su condición de exploit para ganarse unas valías propias, que incluso rompen la barrera y acabarían por constituirse como referentes para autores de una dimensión más respetada para el aficionado. Una mirada positiva y de espíritu reivindicador, que pretende ensalzar las innegables aptitudes de la explotación italiana muchas veces minusvaloradas por el simple hecho de manejar unas problemáticas de producción que, dicho sea de paso, se superaban con el talante artístico de un conjunto de directores que tenían el oficio como principal arma creativa.

Ciro Ippolito

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El realizador de Alien 2: Sobre la Tierra (1980) es entrevistado por Diego López, en el intento de realizar un dibujo de la carrera de un autor que no sólo se limitó al éxito de su famosa segunda parte apócrifa del clásico de Ridley Scott. Después de confirmar que la citada película es su ópera prima (al contrario de lo que acredita Imdb, una película anterior llamada Strangers [1974]), Ippolito repasa su labor como productor, guionista e intérprete en la década de los 70, para posteriormente meterse de lleno en todos los datos de producción, rodaje y repercusión de su cinta más popular. Confirma la génesis del proyecto al calor del estreno de Alien, el octavo pasajero y Nueva York bajo el terror de los zombies (1979) de Lucio Fulci, las estrambóticas coyunturas durante la búsqueda de financiación, la presencia de Mario Bava en algunos compases de la producción, los litigios contra las denuncias de la 20th Century Fox o la denuncia a Neil Marshall por su supuesto plagio en The Descent (2005), además de adelantar un más que interesante proyecto en el cual está ahora inmerso, directamente conectado con su película estrella.

Marta May

Marta May

Una nueva entrevista nos rescata la figura de Marta May, santanderina de nacimiento y que supone una recordada presencia en el cine de géneros español gracias a sus colaboraciones con directores de la talla José María Elorrieta, Ignacio F. Iquino o Josep María Forn.  A través de las preguntas de Diego López la actriz recupera la anécdota del origen de su nombre artístico (su verdadero nombre es  María Jesús Mayor Ávila), sus comienzos en la televisión y teatro antes de saltar al cine, medio en el que se repasan algunas de las películas más recordadas de la intérprete: el western Fuerte perdido (1964) de Elorrieta, El primer cuartel (1966) de Iquino,  La piel quemada (1967) de Forn, Presagio (1970) de Miguel Iglesias,  o El ojo en la oscuridad (1975) de Lenzi, inundando de anécdotas las respuestas a su participación en estas películas, algunas de ellas vehículo para ser considerada uno de los grandes rostros de llamada Escuela de Barcelona. También se menciona su semi retiro una vez comenzada  la década de los 80, haciendo unas interesantes reflexiones finales sobre su carrera.

John Carpenter, una estrella del rock en Sitges

Carpenter

Para concluir, Xavi Sánchez Pons repite en este número con una crónica del evento que eclipsó la pasada edición del Festival de Sitges: el concierto que John Carpenter, dentro de una esperadísima visita al festival, ofreció junto a su banda repasando tanto los hits compuestos mayoritariamente por él mismo para sus largometrajes como algunos temas compuestos para sus álbumes Lost Themes. Xavi resalta la catarsis colectiva vivida aquella tarde en el Auditori por los muchos que estuvimos ahí en un canto de amor al fantástico, además de repasar algunas de las canciones que compusieron el setlist así como unas cualidades del show intrínsecamente musicales (relativas al sensacional plantel de músicos que le acompañan, incluido su hijo Cody a los teclados) que ensalzaron ese imponente carisma de Carpenter en escena que lo erige a esa cualidad de estrella del rock al que se hace mención en el título de artículo. 

Ya lo saben, camaradas. Para información y pedidos pueden ponerse en contacto en elbuquemaldito_zine@hotmail.com 

El Buque Maldito #31

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