Justo en la semana en la que muchos lamentamos la muerte de Francisco González Ledesma (Silver Kane), una de las plumas referenciales del western en la literatura nacional, nos paramos en una de las obras del otro pilar del género en el bolsilibro: Marcial Lafuente Estefanía. Sería el propio Silver Kane quien diría de él lo siguiente: «No me gustó nunca el estilo literario de Marcial Lafuente Estefanía, por demasiado directo y elemental, pero siempre fuimos buenos amigos, pese a la diferencia de edad. Era un hombre generoso que llegó a ganar mucho dinero, pero nunca tuvo nada suyo. Un día me dijo: ´Amigo mío no te tomes las cosas demasiado en serio. Al fin y al cabo, la vida puede depender de una mujer que pasa´«. Lo cierto es que al contrario de Ledesma, la fama de Estefanía se debía principalmente al western, en el que ubicaría la gran mayoría de su obra (publicaría también alguna que otra novela de carácter histórico, lejana de esa cultura del bolsilibro, esa en la que comenzaría a escribir bajo pseudónimo policíacos e historias románticas para la gallega editorial Cíes), siendo considerado además el principal exponente literario del género en España. Su obra pronto se expandió a America Latina e incluso a los Estados Unidos, donde hasta el día de hoy se leen sus historias ambientadas en el lejano Oeste. Sus más de 2.500 obras dedicadas al género fueron destinadas casi en exclusividad para Bruguera, convirtiéndose en uno de los más célebres autores de la editorial barcelonesa.
El estilo de Marcial Lafuente Estefanía era ciertamente eficiente y personal, aunque también la principal diana de sus detractores. Se compone de maneras directas ajenas a las florituras, con una ambivalencia en la que prevalece el mero entretenimiento a las aspiraciones de innovar en el género. Precisamente es en la honestidad y ligereza con la que el autor asume con el western, probablemente fruto del compromiso pasional que contrajo con los Estados Unidos tras algunos de sus viajes al país como ingeniero industrial, uno de los mayores logros artísticos de sus narrativas. Lo cierto es que de Estefanía puede elogiarse el atrevimiento de afianzarse en un género demasiado exótico para la literatura del bolsilibro, consiguiendo que millones de lectores viajasen a los desiertos fronterizos de Texas o cruzasen bajo oleadas de pólvora el afamado Río Pecos. Por cierto, aviso para navegantes. En las novelas de Don Marcial siempre ganaban los buenos. Aunque eso, no ha de sorprender a nadie, ya que es uno de los más íntimos arquetipos del salvaje oeste americano de la ficción…
Hoy nos detenemos en «El Mejor con el Rifle», una de las novelas de Estefanía que ha llegado a las manos del Reverendo y que a pesar de no ser una de sus más afamadas obras, puede ser un interesante comienzo para adentrarse de manera directa en el universo del autor. Ella relata como Mina, una joven de buena familia con unas importantes tierras bajo su propiedad, contrata los servicios como capataz de Ned, un pistolero con unas habilidades extraordinarias en el arte del disparo. Nacerá una inevitable historia de amor entre ellos, al mismo tiempo que una trama pseudo-criminal con unas reses robadas ocasionará una enturbiada atmósfera entre los agentes de la ley y diversos cowboys del lugar. La historia se desarrollará entre el clima de crispación que se creará sobre Ned, ya que varios de los personajes secundarios principales verán en él un enemigo a batir y el germen de un peligro acrecentado por sus agilidades con las armas, siendo incluso retado a un multitudinario duelo por uno de los antagonistas principales. Este será el principal núcleo de la narración, en la que Estefanía compone a Ned con raíces de pseudo-villano, con sus inherentes tintes de anti-héroe; temido y buscado al mismo tiempo, buscará refugio en el rancho de Mina justo en el momento en el que su cabeza empiece a tener un precio muy alto. Es curioso como el propio Ned, de una psicología de cierta ambigüedad, acaba siendo (de manera predecible, eso sí) el culmen de lo épico del relato (en un epílogo final descubriremos que será el futuro sheriff de la región, a modo de inequívoco happy end), siendo la principal fuerza narrativa del último tercio del relato: acaba erigiéndose con todos y cada uno de las estoicas particularidades del western hero, con ciertos extremismos que parecen rezumar los ecos y vitalidades del Spaghetti Western como extensión pulp del clasicismo americano del género.
«El Mejor con el Rifle» cabalga, como toda la obra de Estefanía, con precisión y rigor por las llanuras más comunes del género, aunque aquí el calibre del formato parezca jugar en contra de la historia. A pesar de que se asume al autor como un experimentado en la configuración y longitud del bolsilibro, aquí la obra adolece de un exceso de personajes, sufridores de una escasa presentación y abrupta inclusión en la trama, como si la historia se comprimiese de manera algo negada en la obligada duración de 100 páginas. A pesar de este error de administración, la obra puede disfrutarse sin ningún tipo de problema, y no defraudará a los entusiastas del género y el autor.
Observaciones: Editorial Bruguera. Colección «Kansas», nº 7. Edición octubre, 1987. Declaraciones extraídas de http://bolsilibrosbruguera.wordpress.com/marcial-lafuente-estefania/
Estupendo artículo. Acá te dejo una galería de portadas de libritos de Estefanía (y otros libritos de vaqueros, espionaje, etc) de los que se vendían en los kioskos: https://www.pinterest.com/mercadotiani/portadas-de-literatura-pulp/
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.695621103883594.1073741861.140299506082426&type=1
Muchísimas gracias por tu opinión y aportación, compañero. Estamos en contacto. Abrazos.