El pasado 10 de septiembre fallecía en Roma Giuliano Carnimeo, otro de esos importantes nombres de la cinematografía europea de géneros. En ese sentido, Carnimeo se distinguiría de muchos de sus compañeros de generación por haber tocado prácticamente todas las vertientes del cinemabis italiano, prevaleciendo especialmente la comedia y el western. Nacido en Bari en 1932, y tras unos previos traslados a Bolonia y Venecia, finalmente se instala en 1939 en Roma, siendo la Ciudad Eterna su ubicación estable hasta el día de su muerte. Graduado en derecho, aunque nunca ejercería profesión alguna relacionada con ello, pronto se interesaría por el mundo del espectáculo hasta conseguir licenciarse en el llamado Centro Experimental de la Cinematografía, donde logra especializarse en la labor de realización.
Sus inicios profesionales datan de la década de los 60 como asistente de dirección, cargo que ocuparía en comedias como Dos vivales en Fuerte Alamo (1965), Dos toreros de aúpa (1966) o I barbieri di Sicilia (1967), films protagonizados por la dupla cómica formada por Franco Franchi y Ciccio Ingrassia que alcanzaría una enorme popularidad en la época. En sus labores como asesor de dirección daría sus primeros pasos en el western con Le due facce del dollaro (1967), una de esas piezas que según la versión llegaría a ser vendida como una falsa secuela del Django (1966) de Sergio Corbucci. Es en este género donde se inicia como director (naciendo al mismo tiempo su pseudónimo anglosajón Anthony Scott) y dejando una enorme cantidad de Spaghettis como los siguientes, citados con los títulos que llevarían en su distribución española: Vende la pistola y cómprate la tumba (1970), Buen funeral amigos paga Sartana (1970), Llega Sartana (1970), Y ahora le llaman Aleluya (1970), Y dejaron de llamarle Camposanto (1970), entre otros muchos. Esto le permitiría trabajar con figuras tan importantes para el eurowestern como George Hilton (quien a al postre, anunció en su Facebook la muerte del cineasta), Gianni Garko o William Berger.
Entrado en la década de los 70 con la decadencia del western prueba suerte con otros géneros, dejando el interesantísimo giallo Las lágrimas de Jennifer (1972), con sus intérpretes fetiche George Hilton y Edwige Fenech. Con la bella actriz también rodaría el drama noir de tintes eróticos Ana, ese particular placer (1973) o dentro de la comedia picantona tan en boga en aquella época como Póker de camas (1974). Carnimeo tanteó la variante durante la década con otras comedias como Simón y Mateo (1975), Il vangelo secondo Simone e Matteo (1975) o Carioca Tigre (1976), que le definirían como un especialista en el género, rindiéndose posteriormente a los picantes toques del erotismo del humor con La profesora baila con toda la clase (1979). Con la década de los 80 y la consecuente decadencia del cinemabis italiano prueba suerte con dispares proyectos, ya más ligados al trash, como la réplica al post-apocalíptico al más puro estilo Mad Max (1979) como El exterminador de la carretera (1983) o el terror desenfrenado de El hombre rata (1988).
Como le ocurriría a muchos de sus coetáneos, el fin del cine de subgéneros de consumo popular italiano finiquitó su profesión en el medio, ya que al contrario de otros de sus compañeros no caería rendido a en las garras de la televisión. Carnimeo fallece sin haber tenido nunca un respaldo crítico que lo reivindicase, pero sí como una pieza importante de esa cinematografía europea artesana y eficiente para la industria.
Hasta siempre, socio.