El incombustible productor Charles Band, quien a través de sus Empire/Full Moon cimentó toda una producción dedicada a la Serie B más chusca y afable durante las pasadas décadas, da muestras de su infatigable labor hasta la actualidad con esta Killer Eye: Halloween Haunt; secuela directa, en realidad, de otra obra previa de la factoría Band como The Killer Eye (1999), rodada en esa ocasión por un David DeCoteau quien a la postre ha sido una de los más fieles realizadores apegados del productor desde su exitosas primeras andanzas en la década de los 80. Afianzada con el paso de los años su condición de cineasta obseso y comprometido con el cine de terror chusco y barato, Band dirigiría en 2011 una película ambientada en plena noche de Halloween, donde un grupo de voluptuosas jóvenes llevan a cabo una particular celebración de la noche de las brujas en una encantadora mansión ataviada de extraños muñecos para la ocasión. Cuando la figura de un extraño ojo comience a atraer la atención de las chicas, todo se tornará en tragedia…
Killer Eye: Halloween Haunt es una muestra más de la perseverante labor de Charles Band por intentar ensamblar en el estado actual del género su Serie B ramplona, cutre y disparatada, bajo unas formas que triunfarían en la década de los 80 pero que hoy en día quizá se degusten como algo demasiado excéntrico dentro de un género de terror mucho más apegado hoy al cine de autor o de pretensiones artísticas más elevadas. Aún así, es digno de mención la labor del productor/director por ser totalmente fiel a su estilo, encontrando aquí algunas de las claves argumentales de su producción: jóvenes exuberantes como caricaturesco guiño a la figura de las Scream Queens, una obsesión escénica por los muñecos, la visión del terror en una vena totalmente bufonesca, y una hilaridad constante bajo la que enmascarar su perceptible bajo presupuesto. A raíz de esto, la película que nos ocupa logrará respetar los cánones dentro del sello Full Moon de ser una cinta consecuentemente limitada pero bien consciente de su contexto, aunque con escaso interés para el aficionado más exigente; no existen momentos destacables de compromiso serio con el terror ni de querer pretenderlo, aunque la lealtad de Band hacia su fetichismo con los muñecos dejará alguna que otro guiño a las épocas pasadas de su factoría y ciertas conexiones con el lado más creepy de su universo. Tenemos la premisa de un ojo de plástico con el poder de hipnotizar y asesinar a sus víctimas (incluso obligándolas a hacer algún que otro striptease para goce del espectador…). Con tal pretexto uno ha de asimilar de antemano lo que se va a encontrar, y más aún si un extravagante como Charles Band anda metido en ello.
Confesa mirada interna de Band hacia su propio universo (algo habitual en él, acentuado aquí con la proyección de manera prolongada de The Killer Eye como sesión de Halloween para nuestras exhuberantes jóvenes) y con el protagonismo de Erica Rhodes como émulo de baratillo de las antiguas musas de Band, el film funciona como un chusco pseudo slasher que obtendrá cierto interés, siempre bajo la óptica cómica, en un tercio final repleto de desnudos y casquería, y al que hay que agradecerle el no intentar estirar más su idea con una duración de poco más de 60 minutos. Aunque, como muchos de los productos modernos venidos de la factoría Band su cliché ya parezca estar en desuso y se vea artificial y esperpéntico, Killer Eye: Halloween Haunt contentará a los fieles del productor. Está escrita por Domonic Muir (Critters [1986]) y Kent Roudebush (Zombie Vs Strippers [2012]), guionistas de confianza de Band, que adaptaron esta secuela del film de David Decoteau bajo una prototípica iconografía de Halloween enfocada al lado más siniestro de los muñecos, como no podía ser de otra forma.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.