Publicado originalmente en la extinta web Terror.Team.
El nombre de Charles Manson sigue a día de hoy poniendo los pelos de punta a la sociedad estadounidense. Curiosamente, su aún vigente peso en la (contra)cultura es recordado (despertando siniestro temor por unos, y sucumbiendo a muchas adoraciones por otros tantos), como uno de los psychokillers más despiadados, sórdidos y espeluznantes de la historia negra del planeta. Y si esto es mencionado aquí como un dato curioso, es porque precisamente la peculiar característica de Manson, algo que sin duda alguna engrandece su leyenda, es que no es en realidad un psychokiller al uso: este término anglófono, distendido y utilizado en cualquier tipo de tertulia, viene a ser una traducción más o menos fidedigna al concepto de asesino en serie o asesino psicótico, con unas diferencias entre estas dos terminologías que darían para un debate a parte. Pero con Manson, y esto es algo que nadie debe dudar (aunque el que esto escribe sigue aún sorprendiéndose que constantemente se apele a Charles con ese término), no nos encontramos con un psychokiller en el más estricto significado de la palabra, ya que las oleadas de sangre que se le atribuyen eran efectuadas por su amenazante séquito de seguidores apodado como La Familia; nuestro protagonista no se mancharía las manos de sangre en los tenebrosos crímenes que hoy todo el mundo anexan directamente a su figura.
Charles Manson es uno de los criminales más populares del siglo XX, probablemente el único cuya efigie ha alcanzado una popularidad y fascinación al nivel de una estrella del rock. Para comprender su figura, es necesario comenzar por sus primeros años de existencia, como le ocurren a todas las leyendas. Charles Milles Manson nace en Cincinnati, Ohio, un 12 de noviembre de 1934. Su infancia cumple todos los patrones de pertenecer al núcleo de una familia disfuncional, siendo el hijo ilegítimo de una joven de 17 años llamada Kathleer Maddox quien ejercía esporádicamente la prostitución, procreando con un hombre del que nunca se supo ciencia cierta su identidad, aunque la mujer interpondría una demanda de paternidad a un coronel llamado Walker Scott. La turbulenta vida de Kathleer, con continuas idas y venidas de prisión, haría que el pequeño Charlie, cuya situación era complicadísima ante tal tumultuoso status familiar, pasase gran parte de sus primeros años con su tía, con quien se asentaría después de que se condenase a Kathleer (Manson afirmaría de ella que sufría tal grado de adicción al alcohol que un día llegaría a venderle a cambio de una jarra de cerveza) a cinco años de prisión por el robo de una gasolinera. Siempre se ha achacado la turbulenta personalidad de Manson a la situación de este nuevo hogar familiar, comandado por una mujer, su tía, extremadamente religiosa y muy instigadora, aunque lo cierto es que hay muchas versiones contrarias sobre la infancia de Manson y esto no está del todo probado. Lo que sí es cierto es que Charlie acabaría en un hogar para niños enviado por un tribunal, del que poco tardaría en fugarse; su destino fue el hogar materno, pero Kathleer lo rechazaría. Esto marcaría profundamente al pequeño.

Charles Manson el día de su boda con su primera mujer, Rosalie Jean Williams
Ante este vaivén de disfunción social, el joven Manson (heredaría el apellido del matrimonio de su madre con un obrero llamado William Manson) no tardaría mucho en delinquir. Se sabe que sobre 1947, con 13 años, ya comenzó a realizar pequeños atracos que lo llevarían paulatinamente a conocer varios presidios de la zona, aunque acostumbrada a fugarse constantemente de ellos. Pronto haría varias amistades en los centros penitenciarios por los que pasó (rápidamente su lista de antecedentes crecería, con constantes atracos a mano armada, conducción de vehículos robados o ya manifestando unas supuestas tendencias homosexuales con una violación a un compañero de celda), siendo liberado de alguno de ellos, sorprendentemente, por buena conducta. En este punto, cabría analizar una coyuntura, como es la de ver a Manson como un hombre de escasa estatura y físicamente débil en un ambiente tan hostil como el penitenciario, algo que no le lastraría para ganarse una reputación en el presidio; lo lograría con una creciente y enigmática labor de manipulación, una habilidad que destacaría en él posteriormente a niveles ya incomprensibles. Además, y a pesar de estar ya considerado como un delincuente habitual, esto no le impediría casarse con una joven enfermera de 17 años llamada Rosalie Jean Williams, con la que tendría su primer hijo. Rozando la veintena el joven Charlie comenzaba a dar los primeros pasos de su leyenda, ya que aumentaba su fama de problemático por los ambientes suburbiales de Ohio envuelto en el misterio, ya que en estos días comenzaba lo que luego sería el epicentro de su posterior perturbada personalidad: la iniciación en el esoterismo y la filosofía oriental. Al mismo tiempo, y un año después del nacimiento de su primer hijo, nacería su segundo vástago fruto de una relación con una prostituta con la que llegaría a casarse.
En 1967 empieza la etapa más trascendental de la vida de Charles Manson. Es en ese año cuando es liberado nuevamente de prisión y se traslada a la Costa Este, concretamente a Berkeley, en plena bahía de la ciudad de San Francisco. Allí, prácticamente viviendo en la mendicidad y conociendo paulatinamente a personas ligadas a la delincuencia y a los guetos, comienza su interés por la música al haber aprendido a tocar la guitarra acústica en el presidio. Es en esos días donde también empieza su ya conocida habilidad de seducción, perfeccionado su arte de manipulación predicando su evangelio con una guitarra a cuestas en multitud de comunas hippies, conociendo a diversas jóvenes con las que rápidamente compartiría domicilio hasta el punto de llegar a habitar en un apartamento donde Charles compartía convivencia con hasta una veintena de mujeres, con las drogas como motor de su existencia de todos ellos. Estamos en una época de cambio para la sociedad norteamericana, con la presencia del conflicto de la Guerra de Vietnam, el inminente comienzo del tumultuoso mandato de Richard Nixon y la eclosión del movimiento hippie imperado por una juventud rebelde con el sistema. Bajo esta coyuntura se produciría el comienzo de La Familia, apoyado en el ingreso de Manson dentro la Iglesia de la Cienciología, coyuntura de pensamiento que comenzaría a fraguar las tendencias apocalípticas de nuestro protagonista y que le llevarían a formar su ejército mortífero, siendo en aquel 1967 el nacimiento de su tercer hijo con una de las mujeres de su séquito hippie-sectario. Pero, no olvidemos que a Charles le obsesionaba ante todo el anhelo de triunfar en el mundo de la música, cuyo posterior fracaso también estaría íntimamente relacionado con las ansias de regar de sangre la Costa Este californiana.
Es en 1968 cuando conoce a Dennis Wilson, batería de los entonces emergentes Beach Boys, cuya lograda amistad hizo que Manson viese un gancho de oro para entrar de lleno en el panorama musical del momento. Es curiosa la manera en la que ambos se conocieron: Wilson, mujeriego confeso, acostumbraba a recoger a jóvenes hippies cuando paseaba con su coche, aprovechando su entonces creciente fama como batería de uno de los grupos del momento; un día recogería a dos jóvenes que hablaban constantemente de la gran promesa de la escena musical californiana, Charles Manson. Wilson deseaba conocer al prometedor artista, al que invitaría a su propia casa, que como era de esperar se convertiría en un nuevo harén de mujeres del clan Manson (algo que a un Dennis Wilson mujeriego y ahogado por las drogas, le parecía un disfrute continuo). Lo cierto es que según se dice Manson grabaría temas con Wilson y a algunos de los contactos de este en el mundillo, hablándose tiempo después de un supuesto plagio de los Beach Boys a uno de los temas que Manson componía en aquellos años, Cease to exist, copiada supuestamente en el tema Never Learn Not To Love, aunque Wilson siempre negaría esto, afirmando (al mismo tiempo de considerarse un afortunado por salir con vida de la historia de Manson) que tanto la música como la letra eran suyas. Hay mucha confusión respecto a esto, pero lo cierto es que el productor musical que Wilson le presentó (Terry Melcher, hijo de Doris Day y que vivía en el 10500 de Cielo Drive, lugar clave en la historia negra de Manson, quien visitaba constantemente el emplazamiento para demostrar su valía al productor musical) vio ciertos visos de talento en Manson pero no lo suficientes como para triunfar. Este rechazo supondría casi como abrir la caja de pandora de la ira de Manson respecto al resto del mundo, ya que al mismo tiempo que intentaba abrirse paso con una carrera musical La Familia gozaba ya de una importante logística en cuanto a miembros y hasta en ubicación, ya que tras abandonar la casa de Wilson se establecieron el Spahn Ranch (un rancho que años atrás había oficiado de decorado de multitud de añejos westerns), a la postre centro neurálgico del séquito criminal de Manson y donde este reclutaría e instigaría al grueso la banda. Con un mayoritario número de mujeres, La Familia se abastecía económicamente gracias a las instigaciones de Manson para que las mujeres del clan se prostituyesen (según cuentan algunas crónicas, Manson obligaba a algunas de sus seguidoras a mantener relaciones sexuales con el dueño del rancho como pago del alquiler), provocando el mismo efecto en los escasos varones del grupo con objetivo de provocar varios atracos a mano armada y robo de vehículos. Conviene tener en cuenta que los miembros del clan Manson no eran gente proveniente de círculos marginales como pudiera ser los primeros años de existencia de su ya ahora líder; nos encontramos ante jóvenes procedentes, en su mayoría, de la clase media-alta, mujeres y hombres con estudios que quizá habría que comprenderlos como víctimas de su propio sistema (o así los consideró Manson muchos años después, cuando planteaba a toda la sociedad el por qué los hijos de “esta” acabaron por caer rendido a sus ordenanzas). Antes, La Familia ya había recorrido buena parte de la Costa Este en un autobús escolar destartalado, donde Manson era considerado todo un gurú en la sociedad hippie californiana con esa amplia comitiva de jóvenes a los que Charles inteligentemente aisló del mundo (los ranchos carecían de cualquier tipo de medio que les comunicase con el resto de la sociedad), haciendo que le considerasen todo un mesías como así se producía en los ya constantes rituales; estos consistían en la posición de líder de Manson ante sus acólitos, a los que recitaba diversos discursos antes de la consecuente orgía de sangre y drogas. Uno de estos manifiestos rezaría lo siguiente: “Nos aferramos a este ego y pensamos que el yo independiente es lo único que nos permite sobrevivir, que sin él moriríamos… Pero la libertad verdadera significa abandonarnos a nosotros mismos, dejar que ese viejo ‘yo’ muera para poder ser libres del ‘yo’ que nos separa de los demás, que nos separa de la vida misma… Dejad de existir, dejad de existir y venid a decirme que me amáis…Dejad de existir, matad a vuestro ego, morid… De modo que una vez que dejéis de existir podéis ser libres para amar totalmente y fundiros con los demás por completo…”. Charles había confeccionado una corriente de pensamiento reforzada por sus iniciaciones al esoterismo y la religión que le hacía creer que él mismo lideraría una rebelión en un mundo apocalíptico y que únicamente los que le seguirían llegarían a sobrevivir. Así le hizo creer a los que podemos considerar como ya icónicos miembros de La Familia: junto a él, los nombres de Susan Atkins, Bobby Beausoleil, Mary Brunner, Lynette Fromme, Linda Kasabian, Tex Watson o Leslie Van Houten protagonizarían uno de los episodios más negros de la historia criminal de Estados Unidos; la pronunciación de sus nombres aún causa escalofríos en todo el mundo.

Dennis Wilson, con su entonces inseparable camarada Charles Manson
La pregunta estrella en este momento es ¿Cómo Manson tenía tanto poder de fascinación sobre estos jóvenes? El mensaje del líder era claro, y venía acompañado por el misterioso y aún a día de hoy incomprensible arte de seducción de nuestro protagonista; Manson se autoproclamada una especie de mesías cuya corriente de pensamiento lideraría el mundo en un inminente apocalipsis, acrecentado por otra coyuntura: la paulatina tensión racial entre blancos y negros que desembocaría, según Manson, en una gran rebelión negra promovida por la figura de Martin Luther King, algo que provocaría el fin del hombre blanco; según Charles, La Familia se escondería en un búnker durante esta revuelta negra para posteriormente resurgir coronándose como nuevo líder de los negros. Poco antes de aquel 4 de abril de 1968 en el que King moriría asesinado de un disparo en la cabeza, La Familia estaba en plena formación de pensamiento fortificando su creencia en un supuesto liderazgo que salvaría al mundo. Su obsesión por la comunidad negra llegó al punto de intentar el asesinato de uno de los miembros de las Panteras Negras (organización revolucionaria a favor de la comunidad negra de los Estados Unidos), o al menos eso pretendía Manson, cuando intentó matar a un traficante de drogas en su propio apartamento que
él suponía como miembro de las Panteras; aunque creyó haberlo asesinado, finalmente ni el hombre murió ni se confirmó su pertenencia a la organización. Al mismo tiempo, comenzaban ya las fechorías de La Familia. El primer capítulo de su oleada de asesinatos se tiende a fijarse con los problemas que Bobby Beausoleil tenía con un traficante de mescalina, el músico Gary Hinman, con el que Manson también tenía algunas discrepancias sobre una cantidad de dinero debida. En uno de estos altercados, con continuas visitas de Beausoleil a la casa de Hinman, Bobby iría acompañado del propio Manson, Mary Brunner y Susan Atkins; tras un secuestro de varios días y las continuas intimidaciones de Charles a Hinman que acabarían con un severo corte en la oreja, Beausoleil (instigado por Manson) acuchillaría a Hinman hasta la muerte. Sería la primera vez que La Familia llevase a cabo la firma su marca en la escena del crimen: sobre la pared se encontró escrito con la propia sangre de Hinman la frase “Political Piggy” (cerdito político).

El núcleo duro de la Familia, de izquierda a derecha: Charles Manson, Patricia Krenwinkel, Charles «Tex» Watson, Susan Atkins y Leslie Van Houten
Tras el asesinato (que no sería el primero cometido por algún miembro de La Familia, según contarían después las crónicas) la policía le seguía muy seriamente la pista a Beausoleil, acabando en su detención. Esto provocaría que Manson estableciese a su clan en el llamado Valle de la Muerte de San Francisco, ocupando los Ranchos Myers y Barker, propiciado además por las tensiones con el dueño del Spahn Ranch habían llegado a un punto bastante insostenible, aunque esto no le impedía que Manson y algunos miembros de su cuadrilla se pasasen por allí de vez en cuando. Es en ese 1968 cuando a Charles comienza a obsesionarse con The Beatles, el mega exitoso grupo musical que tendría importante trascendencia en la historia de nuestro protagonista: Manson veía en las canciones de su The White Album como el discurso que los mismísimos John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr (a los que consideraba como los Cuatro Jinetes del Apocalipsis que le avisarían del fin del mundo) le enviaban a él personalmente sobre esa revuelta social en la que él creía. Dos canciones de aquel LP obsesionaban especialmente a Manson, y que él asimilaba como el anunciamiento del inminente apocalipsis: Piggies (en la que él veía en esos cerdos que reza el título a toda esa clase alta imperante que odiaba hasta la extenuación) y Helter Skelter. La detención de Beausoleil, en el propio rancho de La Familia, (tras tener delante a toda un grupo de inminentes asesinos, poco podía pensar la policía de los inmediatos crímenes) supuso un duro golpe para el grupo; Manson dio por iniciado en ese momento su Helter Skelter, el nombre con el que él mismo etiquetaba a su rebelión que daba en ese momento su sangriento pistoletazo de salida.

La Familia en el Rancho Spahn
Comenzaba la revuelta de Manson y para su inicio el líder escogió una localización muy simbólica para él: el 10050 de Cielo Drive, en Beverly Hills, pasado hogar de Terry Melcher, el productor que le frustraría su carrera musical. Charles dio órdenes claras a La Familia de ir allí y aniquilar a todo aquel que hubiese dentro, ya que esa lujosa mansión parecía representar para el clan esa alta sociedad que también podría ser un obstáculo en su rebelión. La noche del 8 al 9 de agosto de 1969, momento escogido por Manson para asaltar el domicilio, este albergaba una fiesta de un matrimonio popular aquellos días en Hollywood, el formado por el director polaco Roman Polanski y su bellísima esposa Sharon Tate, una de las actrices jóvenes y sex symbol del momento. El realizador de La semilla del Diablo (1968) se encontraba en esos momentos en Londres preparando su nueva película pero Tate estaba bien acompañada por un grupo de sus mejores amigos, con quien compartió en su casa una velada que venía casi a dignificar el estado de esa alta alcurnia hollywoodiense. Esa noche estaban a en el 10050 de Cielo Drive la propia Sharon Tate (embarazada de ocho meses), junto a otras cercanas amistades del matrimonio como Jay Sebring, el peluquero de confianza de Tate y exnovio de la actriz, Abigail Folger, una rica heredera de la zona, y el amante de esta, Voityck Frikowski. Todos sufrirían las iras de cuatro de los miembros más importantes de La Familia: Susan Atkins, Patricia Krenwinkel, Linda Kasabian y Tex Watson, quienes armados con diversas armas blancas y un revólver, asaltaron el domicilio. Los mandatos de Manson eran claros, las mujeres debían seguir los planteamientos de Watson y aniquilar de la manera más espeluznante a todo aquel que estuviese en la casa. Así fue, ya que Jay Sebring recibiría un disparo en el pecho por parte de Watson, para luego patearle el rostro hasta romperle el tabique nasal y una de las cuencas de sus ojos; luego, el propio Watson, después de volver a ensañarse con Sebring hasta la muerte, le cortaría el cuello a Abigail Folger, en su desesperado intento de huida, para ser finalmente rematada con 28 puñaladas en el jardín de la casa; su pareja Voityck Frikowski también intentó la huída y sufrió una suerte parecida: sería interceptado por Linda Kasabian para recibir finalmente 51 puñaladas procedentes de Watson. Sharon Tate, junto al cadáver de Sebring, también intentaría huir, siendo descubierta en su intentona por Susan Atkins; está sería ayudada por Krenwinkel para sujetarla mientras Watson le endosaría 16 puñaladas llegando al punto, según dicen algunas crónicas, de incluso seccionarle los pechos. Atkins empaparía una toalla en la sangre de Tate para escribir en una de las paredes la casa la palagra “Pigs” (cerdos), dentro de la ya habitual icónica marca de los crímenes de La Familia. Por si fuera poco, habría que añadir una víctima más a esa noche: Steve Parent, un amigo de Tate que salía del 10050 de Cielo Drive en su automóvil justo antes de la llegada del clan Manson; Watson dispararía hasta cuatro veces con su revólver en el pecho de Parent, tras intentar huir ante el corte que el mismo homicida le provocaría en su mano izquierda. Hay una curiosidad enorme sobre esa noche: parece ser que uno de los invitados estrella de la fiesta organizada por Sharon Tate era Bruce Lee, el mago de las artes marciales. ¿Hubiese cambiado el destino de las ahora víctimas si Lee hubiese estado en la casa? Nunca lo sabremos.
Aunque resulte paradójico, a Manson no le gustaron los métodos utilizados por su camaradería en la casa de los Polanski; le parecieron demasiado alarmantes y ruidosos, por lo que en su intento de querer hacer creer a la sociedad que una oleada de crímenes provocados por una rebelión negra en pleno Hollywood, él mismo acompañaría a La Familia la noche siguiente en su posterior capítulo sangriento: el asesinato del matrimonio LaBianca. La misma cuadrilla de la muerte de la noche anterior se presentaría en el hogar conyugal de Leno (alto cargo de una cadena de supermercados) y su esposa Rosemary LaBianca añadiendo la propia presencia de Charles Manson y otros miembros de su séquito como Leslie Van Houten y Steve Grogan. El matrimonio sería acuchillado salvajemente, especialmente por el ímpetu asesino de Tex Watson, quien escribiría con su navaja la palabra “War” (Guerra) en el abdomen de Leno; la mujer sería apuñada hasta en 41 ocasiones, aquí Watson ayudado por las mujeres de La Familia. Sería Krenwinkel la que dejaría la firma en la casa de los LaBianca, escribiendo con la sangre de las víctimas acepciones como “Death to the pigs” (muerte a los cerdos), “Rise” (renacimiento) o “Healter Skelter” (escrita esta erróneamente) en referencia al título de la canción de The Beatles que tanto obsesionaba a Manson, quien recordemos que aquí tampoco se mancharía las manos de sangre. Tras esta noche, La Familia regresaría al Rancho Spahn planificando un siguiente asesinato, aunque finalmente el clan desestimaría la idea, ante el revuelo mediático formado por lo acontecido en Cielo Drive.

La marca del crimen más célebre de La Familia Manson
Cuando las fuerzas del orden se personaron en la casa de los Polanski se encontraron un escenario dantesco, una macabra postal que, además de por la fama de sus ocupantes, escandalizaría y atemorizaría a partes iguales a la sociedad americana. El pánico inundó la Costa Este temiendo a esa horda de asesinos que a todas luces parecían los ejecutantes de un macabro plan de aniquilar a los miembros más acomodados de la sociedad californiana. Tal llego el punto de temor que celebridades del calibre de Frank Sinatra, Steve McQueen, Tom Jones o Elizabeth Taylor extremasen las medidas de seguridad de sus hogares hasta el punto de instalar “habitaciones del pánico” y optando por huir directamente de la zona. La consecuente investigación policial hizo que se tuviera muchas sospechas sobre la Familia Manson, que ya eran vigilados de manera extraoficial en esos ranchos donde hacían sus reuniones y convivencias. El asesinato del traficante de mescalina, el músico Hinman, hizo que se encarcelase a Susan Atkins por las sospechas que se cernían sobre ella en el homicidio. Curiosamente, siendo uno de los miembros más significativos de La Familia, apodada incluso por ellos mismos como “Sexy Sadie” (nuevamente, otra referencia a una canción de The Beatles), sería la causante de su fin: Atkins le confiesa en prisión a una compañera de celda su participación en el crimen de la casa de los Polanski (la investigación policial todavía no había dado sus frutos, creyéndose incluso la posibilidad de esa rebelión negra que Manson intentó hacer creer), algo que correría como la pólvora entre las reclusas, confesando una de ellas las declaraciones de Atkins. La maquinaria policial se puso en marcha y el 12 de octubre de ese 1969 la totalidad de La Familia sería detenida, antes de la confesión de Atkins por supuestos destrozos en una de las zonas del Valle de la Muerte, y luego ya imputados por los homicidios que llevaron a cabo. El proceso del juicio de la Familia Manson causó un enorme estupor mediático por todo el mundo, con el histórico empeño del fiscal de Vincent Bugliosi que ofició una acusación férrea contra Manson. El hecho de que Charles no estuviese presente en algunos de los asesinatos, estuvo a punto de provocarle una condena mínima; el trabajo de Bugliosi hizo que se considerase a Manson “autor intelectual” de todos los hechos, lo que provocó que su condena fuese muy similar a la de los autores materiales de las tragedias. La Familia, a excepción de Linda Kasabian (quien ya demostró arrepentimientos durante algunas de las fechorías y quedaría libre al colaborar en la investigación delatando muchos de los entresijos del clan), que obtendría la absolución y emprendería después una nueva vida con su hijo, ya que durante sus andaduras con el clan Manson estaba embarazada, probablemente fruto de algunas de las orgías del clan. El resto, fueron condenados a cadena perpetua librándose por los pelos de la pena de muerte (el Tribunal Supremo abolió la pena capital a los hechos acontecidos antes de 1972), convirtiéndose todos ellos, en especial Manson, en unos de los iconos más importantes de la historia criminal reciente.

Leslie Van Houten, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel de camino al juicio más mediático de la historia moderna de América.
Aún en prisión, la gran fama de Charles Manson llegaría después. Convertido todo en un enorme símbolo de la (contra)cultura, poblando camisetas o sufriendo constantes guiños en el ideario popular, e incluso levantado pasiones con una legión de fans ante una hechizante estampa mesiánica que originaría que multitud de mujeres le pidiesen matrimonio constantemente. Tras sufrir un intento de homicidio en la cárcel y varias negativas a sus constantes peticiones de libertad condicional, es muy habitual ver a Charles Manson en los medios con las numerosas entrevistas que concede en el presidio, lo cual le convierte en una de las figuras más representativas, carismáticas e incomprensibles de la historia negra. Pero, llegados a conocer ya en este breve repaso biográfico a la historia de Manson, ¿Cómo ha abordado esta figura trascendental de la iconografía americana el mundo del cine? En el próximo artículo vamos a repasarlo, aunque cabe decir de antemano que la recreación escénica de su sórdida y perturbadora estampa parece aún por llegar, ya que aunque habitualmente a Charles Manson se le estudia tanto por sus crímenes como por el poder de seducción homicida hacia su séquito, sus correrías y pensamientos representan el reverso más petulante y podrido de la sociedad suburbial californiana de finales de los 60 y principios de los 70, un periodo de años donde los Estados Unidos sufrían una enorme crisis social y se veía a la comunidad hippie como un sistema de revolución con oleadas de jóvenes inconformistas ante la época que les había tocado vivir. Manson, a su manera, también significaba esto, aunque para llevar a cabo su rebelión se auto-confeccionó un ideario motorizado por el crimen y sus constantes querencias por creerse la segunda venida de Jesucristo, con una siniestra fortaleza psíquica ataviada de su 1,60 metros de estatura y detonada por el LSD que recorría constantemente por sus venas.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.