«Los sueños estaban más allá del límite de la cordura, y Gilman pensaba que eran resultado conjunto de sus estudios de matemáticas y de sus lecturas sobre leyendas populares. Había estado pensando demasiado en las vagas regiones que, según sus fórmulas, tenían que existir más allá de las tres dimensiones conocidas, y en la posibilidad de que la vieja Keziah Mason, guiada por alguna influencia imposible de conjeturar, hubiera encontrado la puerta de acceso a aquellas regiones.«
Walter Gilman es uno de los más aventajados estudiantes de matemáticas de la Universidad de Miskatonic, además de ferviente seguidor del folklore oculto e inquietante de los mitos contra-culturales de la ciudad de Arkham. Por ello, y con el fin de avanzar en sus estudios matemáticos en un extraño y misterioso ambiente, alquila una vieja habitación de una casa donde la leyenda dice que habitó Keziah Mason, una bruja que escapó de los tribunales de Salem en unas circunstancias muy extrañas. Esta es la premisa inicial de Los Sueños de la Casa de la Bruja, uno de los episodios del famoso ciclo de horror cósmico de H. P. Lovecraft Los Mitos de Cthulhu y que guarda para sí una muestra más, como de las muchas que estamos viendo en el Dossier, de las peculiares maneras del autor para infundir su peculiar horror abstracto. Aquí vuelve a incidir en enfrentar al humano con lo primigenio, sirviéndose para ello de un protagonista que cae en el error fatal (como muchos otros personajes «lovecraftianos») de querer indagar mucho más allá de lo que su espacio dimensional le permite.
Quizá encontramos en Walter Gilman un caracter algo más complejo que otros protagonistas de la literatura del autor, ya que a su estigma de ciudadano de a pie se le une su más que palpable y expuesto conocimiento científico; no sólo bajo su experiencia en el campo de las matemáticas, factor que el (siempre anónimo) narrador nos muestra como un notable conocedor de la materia, sino por su querencia de ir más allá de lo elementalmente físico como muestra su interés por comprender las extrañas arquitecturas de la habitación que sirve de principal localización. Un nuevo intento por parte de un ciudadano de Arkham por indagar sobre existencias ancestrales que aquí encuentra su figura en la principal antagonista, una bruja que le sirve a Lovecraft para incluir en el relato dos episodios, o temáticas, muy arraigadas a la contracultura americana: el juicio de las brujas de Salem y la leyenda de la noche de Walpurgis, celebración fechada cada noche del 30 de abril al 1 de mayo en la que los embrujados de otro mundo hacen aparición entre los mortales. Lo surrealista del relato «lovecraftiano» aquí se multiplica con un personaje llamado Brown Jenkin, una rata enorme, primero presentada como leyenda para luego ser descrito como real, que acompañará a la malvada Keziah Mason en cada uno de sus apariciones.
A pesar de ser un relato corto, es encomiable la manera de hilar un fino suspense a la vez que el autor describe minuciosamente su ética para el terror (aquí mezclando, como de costumbre en su obra, lo real con lo metafísico o lo terrorífico con potentes ecos sci-fi que aquí se centran en el conjunto de dimensiones y su trasvase entre ellas), conformando una historia de fácil lectura, y muy rica en contenidos. La forma en la que el suspense se desarrolla aquí enumera las pesadillas del protagonista, elemento que lo exaspera dada su mezcla con múltiples alucinaciones, estados febriles y ruidos provenientes de insospechados lugares. Será en la citada mixtura de vivencias del matemático, alternando realidad con ilusión, la manera en la que Lovecraft introduzca al lector en su ascética naturaleza. Como ya se prevee llegando al nudo del relato, la historia culminará con el enfrentamiento de Gilman con un mundo oculto y primigenio (que seguirá en una conclusión de alto toque catastrofista), que lo conectará con una serie de saberes que habrá deseado no conocer y que permite al autor conectar la historia con su universo, concretamente con el Dios Azatoth, descrito como uno de los más malvados dioses exteriores del universo. No sería esta la única conexión con la iconografía creada por Lovecraft, ya que también es citada la ciudad Inssmouth o el emisario Nyarlathotep. Los Sueños de la Casa de la Bruja se publicaría por primera vez en julio de 1933, en la revista Weird Tales. Como decíamos entra dentro del ciclo de Los Mitos de Cthulhu, asegurando algunas fuentes que se trata del primer relato que lo conforma.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.