Se ha ido uno de los grandes rostros del cine de terror mexicano, Germán Robles, tremendamente popular para los amantes del género por sus significativas interpretaciones del Conde Karol de Lavud, el chupasangre que descaradamente influenciado por el Drácula de Bram Stoker daría luz a dos películas tótem del fantaterror azteca: El Vampiro y El ataúd del Vampiro. Con ellas Robles iniciaría una fructífera carrera tanto en cine, como teatro y televisión, algo que le convertiría en uno de los intérpretes más populares y reputados del país. Para el séptimo arte destacarían, a parte de las mencionadas, su aparición protagonista en la saga dedicada a otro insigne icono cinematográfico del país como Nostradamus, en films como La maldición de Nostradamus, La sangre de Nostradamus o Nostradamus el genio de las tinieblas, que le anclarían para siempre al género vampírico hasta tal punto de que el propio actor tendría guardado un espacio en el Museo de Terror de Nueva York. Su inagotable carrera en el cine tendría paralelamente continuas colaboraciones con la televisión, convirtiéndose en uno de los nombres más populares de la pequeña pantalla mexicana. Es en el teatro donde alcanza enormes dosis de prestigio en la profesión, llegando a representar durante varios años relevantes obras como La Dama de Negro, quizá la más representativa obra teatral de género en las tablas mexicanas y que contó con la presencia de Robles durante 13 años.
Nacido en Gijón aunque prontamente emigrado a México, a su particular físico hay que añadirle una grave y resonante capacidad vocal, lo que haría de Robles una de las más conocidas voces de doblaje de México, utilizándose en películas y series de televisión de gran renombre y popularidad. Fundaría una escuela de teatro que siempre llevará su nombre, haciendo de él una persona totalmente comprometida y leal a su profesión. Esto se reivindicaría en el libro ¡A Mordicos! La increíble historia de Germán Robles, un vampiro español en México, escrito por Jesús Palacios y presentado en la Semana Negra del año 2008. Con Germán Robles se va una figura ilustre, de oficio apasionado, y tremendamente simbólica para varias generaciones; su esbelta figura y semblante quijotesco compondrían una de las fisonomías más características del cine de terror de todos los tiempos, gracias en parte a ese vampiro azteca que ya le ha convertido en inmortal.
Hasta siempre.