Dossier Lovecraft: «Dagon»

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«Entonces, de repente, lo vi. Tras una leve agitación que delataba su ascensión a la superficie, la entidad surgió a la vista sobre las aguas oscuras. Inmenso, repugnante, aquella especie de Polifemo saltó hacia el monolito como un monstruo formidable, de pesadilla, y lo rodeó con sus brazos enormes y escamosos, al tiempo que inclinaba la cabeza y profería ciertos gritos acompasados. Creo que enloquecí entonces.»

Dagon es uno de esos títulos que siempre se recuerdan a la hora de repasar la obra del maestro de Providence, y sería interesante intentar discernir el por qué sobre ello, ya que, dentro de sus obras más consagradas, se trata de una de las más reducidas en cuanto a extensión. Este relato quizá tenga debida su importancia a la manera de exponer de forma abierta y clarificadora muchos de los escenarios y composiciones iconográficas tan distinguidas de su estilo, en una narración directa y ágil que la hacen muy útil como relato representativo de su estilo. En su protagonista encontramos la habitual narración en primera persona, aquí un soldado que en plena I Guerra Mundial huye de una batalla perdida en un naufragio y sumido en un insoportable consumo de morfina; acabará situado en una inmensa isla de ambiente putrefacto y ahogada en un fango aterrador, donde encontrará en lo alto de una montaña un misterioso monolito con escrituras antiguas que parecen salidas de una civilización tan vetusta como el propio mundo, que parecen describir monstruosos seres marinos de especie no conocida. Justo cuando nuestro protagonista observa ensimismado el descubrimiento, surgirá del mar un extraño ser llamado Dagon, o el también llamado «Dios Pez». El hombre se despertará posteriormente en la habitación de un hospital, para que el recuerdo de Dagon le acompañe todas las noches…

Nos encontramos ante  una obra totalmente devota de Lovecraft hacia su propio universo, donde el autor allana el camino de su concepción del llamado horror primigenio, donde el inmenso poder descriptivo de este relato recordará a otras de sus obras cumbre como En las montañas de la locura. Se reincide en esas ideas constantes de su ideario como es el descubrimiento abrupto y sorprendente de un humano ante un ser que parece corresponder a otra civilización, aquí el ser monstruoso Dagon, elemento que el autor extrae de un mito proveniente de la cultura filistea para componer el que será uno de sus personajes más recordados. Aquí nos toparemos con la habitual angustia del narrador, protagonista del relato, bajo ese sentimiento fatalista de quien parece emprender un camino hacia el fin y ante su desidia se encuentra de lleno ante un enigma que le hará conocer un horror primitivo y escalofriante, que en el caso que nos ocupa parecerá ejercer de catarsis emocional para este soldado huido que encontrará bajo su desgracia con un horror aún mucho más tenebroso que la propia guerra.

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La ambientación marina ocupa aquí un peso bastante específico, como en otras posteriores obras del genio de Providence, situación panorámica que aprovechará también para ejercer una atmósfera mucho más gráfica a lo que luego nos tendría acostumbrados, en su efectiva descripción de una isla oscura, húmeda y de hálito putrefacto que para el narrador ejercerá de elemento asfixiante ante su aspecto de enorme ciénaga. Aunque el horror de Lovecraft acostumbra a ser mucho más atmósferico y etéreo, aquí (quizá por ser uno de sus primeros relatos como adulto) solicitará una forma de impactar mucho más gráfica, incidiendo de manera bastante directa en la descripción del enorme ser de tintes mitológicos que aparecerá ante el asombro del protagonista. Las referencias a culturas primigenias estarán presentes, aquí aprovechándose de la figura de un enorme monolito que efectuará de esencial núcleo de la narración. Aún así, el clima pesadillesco y absolutamente desmoralizador hacia el narrador estará presente en el tercio final donde nuestro héroe vivirá sumido en las terribles visiones de su experiencia. Dagon fue escrito por Lovecraft en julio de 1917, en esa época donde tras un periodo de 6 años sumido en la poesía y muy encerrado psicológicamente en sí mismo volvería a la ficción bajo la petición de muchos de sus amigos; se publicaría por primera vez en The Vagrant. Conoció adaptación al cine en el año 2001 dirigida por Stuart Gordon, bajo la producción española de la Fantastic Factory y con el título de Dagon, la secta del mar, que visitará muy pronto esta sección.

Saludos desde el Gabinete, camaradas.

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3 comentarios en “Dossier Lovecraft: «Dagon»

  1. Sí, Dagon es uno de los relatos más accesibles de Lovecraft. Pese a todo, yo sigo recomendado El modelo Pickman a los no iniciados (aunque admito que me falta objetividad, es el que más me gusta a mí).

    Esperando esa reseña. La película la ví hace muchos años, por lo que no recuerdo gran cosa (el final y poco más). Hicimos una reunión nocturna en casa de un amigo. ¡Ah, qué buenos tiempos!

  2. Por supuesto, cojo esa patata y le prometo, Sr. Rope, que «El modelo de Pickman» caerá más pronto que tarde por aquí.

    Revisitaré la película como he prometido para incluirla en el Dossier pero, a pesar de que Stuart Gordon es uno de mis masters of horror predilectos de los 80, la recuerdo muy alejada del cuento (salvo partes muy concretas) y en general tremendamente floja. Y eso que es defendida como de lo mejor que ha dado la Fantastic Factory.

    Abrazos camarada!

  3. Grandísimo Lovecraft!! Recuerdo la peli perfectamente y con enorme cariño. Cierto es que que no respeta demasiado el relato original y que resulta más bien cutre, pero jamás podré sacar de mi cabeza aquella inolvidable escena con Paco Rabal.

    Gran reseña, compañero. Gracias por recordarnos estas cosas…

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