A Ghost Story (íd, David Lowery, 2017)
Bajo la etérea épica del drama poético el director David Lowery propone una historia de fantasmas relatada a modo de ritmo pausado y enjuiciamiento sobre el plano, en un cuento de terror intrínseco que relata la ruptura de una pareja tras la muerte del hombre en un accidente; él volverá en forma de ente sobrenatural y a través de su óptica se dibujará la asociación de elementos como el amor y el inesperado olvido. La película apuesta por el drama y unos postulados de tinte filosófico en vez de arroparse por lo místico de la propia premisa, consiguiendo un look indie perfectamente encorsetado en su pausado desarrollado. Que nadie espere una película de terror en su más estricto sentido por el género.
A Ghost Story quiere hacerse grande con el preciosismos de la imagen y su evolución contemplativa en la utilización del plano, aprovechándose de una fotografía grisácea y por momentos perturbadora con el apropiado acompañamiento musical de Daniel Hart. Lamentablemente sus pretensiones artísticas en cuanto a estilo hacen que el fondo parezca algo descuidado, obviando elementos tan necesarios en esta historia como la centralización de los personajes y la meticulosidad por su desarrollo. Aún así, su acabado supera la media de este tipo de historias, consiguiendo una entidad tan inesperada como meritoria, casi una oda al hipnotismo.
The Babysitter (íd, McG, 2017)
Combinado de terror y comedia parido por el insoportable ímpetu por lo visual de McG, nacido como una predisposición de mirada convencional hacia el género, urdido además bajo la todopoderosa Netflix, relatando la historia de un joven que descubrirá que tras la amigable apariencia de su voluptuosa niñera se esconderá un reverso salvaje que dará rienda suelta a los homicidios exacerbados, los rituales de dudosa procedencia y un sin fin de conceptos alocados venidos del terror más descerebrado. Una sobredimensión confesa de algunos de los estereotipos más habituales dentro de su círculo de personajes, urdiendo una parodia con un sentido del humor tan pretencioso como fallido, haciendo gala de un supuesto look de décadas pasadas basado en el recuerdo y no en su revisitación.
La interesante idea, que además propone un giro tanto argumental como estético bastante conseguido, queda lapidada por la verborrea visual de McG, famoso por su saga de Los Ángeles de Charlie, incapaz de imprimir un mínimo de compromiso por el género tanto en acabado como en impacto. Un exceso autoimpuesto bellamente presentado por las femeninas presencias de Samara Weaving o Bella Thorne, pero que se ciñe a dirigirse únicamente para un público muy específico, abogando por un terror sin el mínimo de interés en los mecanismos más sórdidos por el género a favor de una visión tan naíf como insulsa y perecedera. Mañana nadie se acordará de The Babysitter.
The Crucifixion (íd, Xavier Gens, 2017)
Venido directo de la generación de la crueldad francesa, Xavier Gens prueba suerte con el cine de exorcismos con una propuesta bastante irregular, en una película ambientada en Rumanía donde el entramado se centra en un sacerdote encarcelado debido al dudoso proceso de un exorcismo hacia una monja que finalmente perdió la vida. Allí llegará una periodista para investigar si el caso era realmente una posesión o, siguiendo el desarrollo habitual de este tipo de procedimientos, una locura de la víctima. Mejor resuelta la parte más anexa al horror en sus primeros actos que su predilección (innecesaria, en esta ocasión) por el drama de personajes, The Crucifixion tendrá un inicio prometedor que finalmente acabará derivando en una carente falta de recursos hacia su propia historia.
Engrandecida por una atmósfera de cierta aridez envuelta en las siempre interesantes localizaciones rumanas (aquí dando un punch extra a su envoltorio rural), y contando con una interpretación loable de su protagonista Sophie Cookson, el film acaba encorsetado con su atadura en los supuestos hechos reales en los que se basa (y que hace derivar la cosa en un trasfondo muy poco productivo para el producto), así como con la constante reincidencia en clichés ya saturados vistos en otras películas similares y un tercer acto que desvaría sin pudor. Un potente look escénico con imágenes muy interesantes pero con vacuo contenido y una irregular ejecución en sus momentos clave.
Feliz día de tu muerte (Happy Death Day, Christopher Landon, 2017)
Una joven estudiante es acechada y asesinada por un villano enmascarado; lo que ella no espera es entrar en un bucle temporal en el que esa jornada, festividad de su cumpleaños, se repite constantemente al más puro estilo día de la marmota. El siempre cumplidor Christopher Landon propone una revisión del Slasher con una fusión preconcebida entre terror y comedia, basándose en la narrativa enérgica, dinámica, y con una reversión de cierta mordacidad hacia algunos de los parámetros del subgénero.
Aún como ya quedó demostrada, por parte de Landon, la predisposición a respetar la corriente que pueda tener entre manos, aquí se le escapan las finas líneas entre el sentido del humor insuflado al horror, haciendo que a pesar de un tono ágil que hace disfrutar en mayor o menor medida con lo repetitivo y alargado de su premisa (que fácilmente hubiese funcionado mejor como mediometraje), esta acaba ahogada en su pretensión hacia la parodia, que provoca, dentro de los tramos donde quiere hacer prevalecer el terror, una disonancia que derrumba su supuesta originalidad. Aún así, muy destacable trabajo de interpretación de la protagonista Jessica Rothe, así como el interés que se le ha de mostrar al director, quien parece no conformarse con los cánones establecidos en sus productos.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.
No estoy de acuerdo en que la premisa de Feliz día de tu muerte funcionase mejor como mediometraje, su problema es más bien estar dirigida al público teen lo que la hace bastante naíf. Mismo problema que The Final Girls pero esta tenía mejores personajes. Aquí sólo tenemos como personaje bien desarrollado a la protagonista interpretada por Jessica Rothe, muy destacable y divertida eso sí.
Un saludo, Reverendo.
Me alegra ver gente que pone a The Babysitter en el lugar que merece. No entiendo el entusiasmo general con ella, supongo que es cosa generacional.
Gran artículo por lo demás!