Uno de los clásicos de culto incluidos en la la lista de las «Video Nasties» es Campo de concentración nº7. Y es que, a pesar de ser un título no muy conocido, dejando a un lado su calidad, la película fomentaría y hasta en cierto punto inauguraría dos de las vertientes más conocidas del cine de explotación: las women in prison films (WiP films a partir de ahora) y la nazisploitation. Aunque la segunda pueda considerarse una variante consecuente de la primera, ambos subgéneros disponen de suficientes títulos representativos como para separarlos como corrientes. Las WiP films son ese subgénero del cine de explotación en el que una o varias mujeres inocentes son enviadas a instalaciones penitenciarias habitualmente de manera injusta, para sufrir los abusos y vejaciones de un grupo de personas con rango (casi siempre soldados o incluso miembros de una rama de tráfico de prostitutas) obligándolas a realizar trabajos forzados o actividades sexuales.Como en todo subgénero, habría unas características comunes como el lesbianismo, (ingrediente obligatorio en toda WiP film), peleas entre las propias reclusas (habitualmente en la ducha), abundantes desnudos, o escenas de sexo entre las reclusas o con los propios guardias, además de cuantiosos castigos y violaciones a las presas por parte de estos. El subgénero estaría suministrado de películas principalmente en la década de los 70 y los 80 (Estados Unidos, con futuros directores de éxito como Jonathan Demme y su La cárcel caliente [1974], o Italia, con directores tan representativos como Bruno Mattei, serían las principales cinematografías que nutrirían al subgénero), siempre al calor de los cines de barrio y posteriormente los videoclubs. Las WiP films parecían ser un tipo de películas donde se citaban sin rubor la acción, el thriller policíaco y el erotismo vejatorio, dirigidas a un público muy determinado y que con el paso de los años se consolidaría como una de las más representativas tendencias del cine de explotación. La corriente compartiría sus señas de identidad con la posterior nazisploitation surgida a partir de Ilsa, la loba de las SS [1975], donde nace la popularización del subgénero en la rama de las mujeres reclusas y maltratadas a través oficiales de los ejércitos del Tercer Reich, siendo aun más utilizada la presencia femenina como elemento instigador gracias al enorme éxito iconográfico del voluptuoso físico de Dyanne Thorne en la propia saga de Ilsa. Se produce entonces una enorme retahíla de películas surgidas a rebufo de este ya icónico personaje, con campos de concentración comandados por voluptuosas mujeres instigadoras que sufriría principalmente una abundante explosión productiva en Italia con la enorme procreación de películas ambientadas en las penitenciarías de la Segunda Guerra Mundial que con mayor o menor fortuna planteaban repetir el éxito de taquilla e iconográfico de la Ilsa de Dyanne Thorne;
algunas de ellas pasarían a formar parte años después en la lista de las «Video Nasties«, por lo que repasaremos algunas de ellas en este Dossier. Campo de concentración nº 7 podría considerarse la primera película, junto con 99 mujeres de Jess Franco estrenada también en aquel 1969, que presentaba de manera altamente expositiva a un grupo de mujeres encarceladas, explotando en la narración los abusos y castigas sufridos por sus guardianes. Podría decirse que las WiP films se iniciarían al mismo tiempo en dos continentes: Jess Franco daría el pistoletazo de salida en Europa, y Lee Frost haría lo propio en Norteamérica. Mientras Franco daría más rienda suelta a la vena sexploitation, con el prototipo de su filmografía tan cercano a mostrar unas altas dosis de erotismo que significaría un enorme potencial de atracción para el público (no alcanza a mi conocimiento si Campo de concentración nº 7 pudiera haber sido la típica producción hecha a toda pastilla para aprovecharse del éxito de 99 mujeres),el film de Frost es fiel a su estigma de exploit aprovechándose de algunos retazos que influirían a las Wip Films como fueron los ligeros apuntes, estéticos y en menor medida argumentales, provenientes de películas como Sin Remisión (1950) de John Cromwell, So Young, So Bad (1950) de Bernard Vorhaus o Women´s Prison (1955) de Lewis Seiler, que podrían considerarse precoces preámbulos a la corriente.
Campo de concentración nº 7 está dirigida por todo un experto en el cine de explotación como Lee Frost, responsable de títulos como la lisérgica blaxpoitation The Black Gestapo (1975) o sobretodo Experimento Diabólico (1972, más conocida por su título original, The Thing With Two Heads), considerada una de las películas más bizarras y casposas de la historia del cine. Con Campo de concentración nº 7 quizá Frost no fuese consciente de la importancia de su posterior legado, con la premisa de contar cómo jóvenes mujeres soldados estadounidenses se ofrecen para infiltrarse en un campo de concentración alemán en plena Segunda Guerra Mundial para recibir la información de una simpatizante judío/alemán que se encuentra recluida tras las líneas enemigas. Las dos jóvenes serán presas de uno de los los llamados «Campos del amor», centros penitenciarios donde un grupo de mujeres son recluidas para cumplir los deseos de sexo, vejación y perversión de los soldados alemanes. La película relatará cómo las dos protagonistas son testigos de primera mano de la crudeza de los militares germanos, que someterán a las mujeres a todo tipo de obligaciones inmorales y torturas. Con una narración más bien sosegada, el film puede verse como una concatenación de escenas donde Lee Frost apuesta por un erotismo muy marcado (la sensualidad aparece definida por la perversión y la conmoción), siempre dentro de las variantes de esclavismo y sumisión que los posteriores émulos de la película explotarían sin rubor. Ya el inicio, con unos títulos de créditos manchados por gotas de sangre de efervescente plasticidad, darán buena presentación del fondo que presentará la película, buscando que las altas dosis de erotismo confluyan en pantalla con la utilización de una violencia algo desmesurada. Este es un planteamiento que comparte con todas las películas que surgieron después a raíz del subgénero: podemos definirlo como la búsqueda de la incomodidad, la irritación y el impacto al espectador, donde el erotismo es embargado por la siniestralidad y la cercanía de lo violento. Una película que busca ante todo ser depravada y, aunque para su época sí que logra conservar cierto calado de ello aún teniendo en cuenta sus limitaciones, acabará siendo superada en esos propósitos por la mayoría de sus posteriores respuestas. Se nota el ritmo languidecido de la narración que demuestra las modestas labores de Lee Frost con la cámara, aunque no parezca algo importante dentro de la propia película; el film pretende más el impacto que el calado formal, como si de un conjunto de secuencias, a cada cual pretendidamente más desatada que la anterior, luchen por formar un metraje de 90 minutos. La premisa principal de las dos mujeres recluidas no va más allá de verlas sufrir las iras alemanas, salvo el clímax final donde vemos su desenlace dentro de la historia.
Como película de clara explotación no podían faltar los desnudos femeninos presentes en toda la narración, así como las constantes humillaciones a las féminas. En un acto de continuo desprecio a las reclusas, un personaje destaca por encima de todo, el comandante nazi interpretado por Bob Cresse, uno de los iconos del cine underground norteamericano de la década de los 60: casi siempre ejerciendo de productor, estuvo involucrado en un precoz mockumentary llamado Mondo Bizarro (1966) o The Scavengers (1969), una de las primeras películas de Lee Frost que nos situaba justo al final de la Guerra Civil Americana. Cresse se deja para Campo de concentración nº 7 el papel estelar de la cinta, la única interpretación realmente notable con un personaje despiadado y maquiavélico, no exento de cierto sarcasmo. El resto de personajes son insulsos y sus interpretaciones no muy trascendentales, aunque el film parezca no necesitarlo, si lo asumimos como mero vehículo de lucimiento catastrofista de la perfidia de los soldados. A raíz de esto veremos no solo los habituales desnudos femeninos (una tónica muy habitual en el cine de Frost, además del aprovechamiento del temperamento femenino en posteriores películas suyas como Dixie Dynamite [1976]), sino también alguna que otra escena de sexo alargada de manera muy gratuita (con las obligadas secuencias de lesbianismo) e incluso con una de las reclusas colgadas en el techo con el alto grado de sumisión que esto supone.
Frost sitúa la cámara de manera muy cercana, incidiendo en en detalle y no temiendo el acercamiento al erotismo, verdadero motor de la narración; las maneras en las que la realización del director apueste por esto (planteamientos de escenas muy cercanos al mondo o documental) marcarían a fuego las maneras narrativas de las llamadas sexploitation, pero provocará que la monotonía ahogue la película si pretendemos extraerle ciertas valores cinematográficos. Se echan de menos algunas profundizaciones dramáticas que podrían haberse dado en la pareja de espías norteamericanas (aunque la película goza de algunos momentos de perversidad emocional cuando a una de las mujeres se la obligue a lamer las botas de uno de los soldados) pero rápidamente se deja claro que las intenciones del film recaen en incidir en lo expositivo de su alto contenido erótico. Hasta en el tramo final de la película, con un clímax perfectamente marcado que contendrá lo que pasaría a ser una catarsis en las WiP films,
las rebeliones de presidiarias con motín improvisado y culminando en tragedia (prácticamente todas las películas de cárceles de mujeres concluirán de esta manera), la película no logra despertar un interés mayor (previamente habíamos observado como uno de los soldados se sobrepasa con una de las chicas para acabar la cosa en una mastodóntica orgía), hasta el momento de la revuelta presidiaria: ahí es donde muchos de los soldados alemanes sufrirían la obligada justicia poética, donde veremos las pocas dosis de violencia hemoglobínica del film.
Como ya hemos dicho, Campo de concentración nº 7 no será la primera WiP film que encontrase hueco en la lista de las «Video Nasties» (el resto, principalmente, serían émulos del éxito de la saga de Ilsa), pero sí probablemente la más ligera en cuanto a violencia y contenido grotesco. Quizá por ser una de las películas pioneras de esta amalgama de films de reclusas humilladas el contenido que la Britsh Board of Film Classification vio como impropio incidió principalmente a la enorme cantidad de desnudos femeninos y la amoralidad de las torturas sufridas, ya que violencia gráfica explícita del film es muy leve. La película fue prohibida totalmente en el Reino Unido, por lo que entró directa a la lista; el tono de vehículo de lucimiento de la tortura y sobre-exposición del cuerpo femenino para un público orientado claramente a su vertiente masculina iba totalmente en contra de una de las premisas con la que luchaban los censores en su cruzada contra los vídeos obscenos, como era la gratuita representación de la violencia sexual o acciones que respaldasen el asalto físico de similar índole. Al ser prohibida, la comisión estudió estrenar una versión sin cortes, algo que se tornó en imposible al ser un film con una enorme cantidad de metraje donde se contenían desnudos y este tipo de escenas. En el año 2002 se intentó editar la película en una edición en DVD totalmente sin censurar que volvería a ser rechazada por la British Board of Film Classification. Por lo tanto, una de las pocas maneras de ver la película con su montaje íntegro es comprando el DVD norteamericano editado por la distribuidora Something Weird Video, a través de su website.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.