Nacido como Rafael Barberán Domínguez, Ralph Barby responde como uno de los incombustibles escritores que alimentaron durante décadas la literatura popular española. En esta diatriba, su compromiso con el medio se urdió mediante la historieta narrada para el gran público con el objetivo de construir un entretenimiento barato y efectivo, al igual que otros muchos autores que irán pasado por esta sección de El Gabinete. Barby, uno de los últimos estandartes vivos del pulp español, y que aún a día de hoy se encuentra en activo (presentó recientemente La Baronesa, una ambiciosa obra de corte gótico), suma la friolera del millar de títulos publicados solo en España (también su obra ha sido lanzada a otros mercados como el portugués o el estadounidense) abarcando varios de los géneros leales a esta literatura libre de altas pretensiones. Comenzaría, como muchos otros de sus coetáneos, con los géneros solicitados por la masa popular en aquellos años 50 donde Barby comienza a fraguar su incesante carrera: el bélico y el oeste. Pronto se pasaría a la ciencia ficción y el horror, géneros en los que el autor demostraría a lo largo de los años sentirse más cómodo dejando ahí sus más notables obras, siempre ligadas a la literatura de la historieta pulp. Sería injusto no mencionar que tras el pseudónimo de Ralph Barby no solo se esconde Rafael Barberán: le acompaña su inseparable esposa Àngels Gimeno, un caso de colaboración de plumas muy característico de nuestra literatura y que tantos momentos de felicidad ha regalado con la tremenda bibliografía originada. Lo cierto bajo la firma de Ralph Barby se consiguieron unas huellas autorales bastante personales, que destacaron con ciertos rasgos peculiares dentro de la enorme cantidad de escritores nacionales adscritos al llamado bolsilibro. Una manera de plasmar las estridencias y particularidades de la literatura de consumo rápido (aunque personalmente nunca me gustó esa acepción como descripción del pulp, si lo utilizaremos ciñéndonos únicamente a la brevedad característica de la mayoría de las novelas) con unas maneras muy auténticas de narrar.
El tándem Barberán-Gimeno logró sus obras más representativas en el género de terror, como la que hoy se reseña en el Gabinete: Mato, luego existo, a pesar de no ser una de las novelas más recordadas ni destacables de Barby, podría servir para señalar algunos de los aciertos imperantes de su bibliografía. Una historia de unidad familiar de clase alta deteriorada por los siempre presentes problemas de herencias, que tiene como telón de fondo la aparición en escena del mismísimo Conde Drácula. El comienzo rezuma el espíritu clasicista del horror que remite al instante a las viejas historietas gráficas de la Warren Publishing y la E.C., con esos dos ingenuos mandados a arrebatar una misteriosa caja de una cripta que tendrá consigo el féretro de un misterioso ser llamado Alucard (acepción que utilizando el juego de leer el vocablo al revés nos remite al famoso vampiro salido de la obra de Bram Stoker), quien lamentablemente no volverá aparecer hasta el final de la historia. Y es que Mato, luego existo se auto-cataloga como una novela de terror que no sobre-explota su encuadre en la vertiente, ya que tras afirmar la personalidad de la historia en este primer capítulo lo que sigue a continuación son una serie de entresijos familiares de los protagonistas dejando a un telón de fondo las pretensiones de Barby con el propio horror. Altercados, trifulcas, discrepancias y desarmonías se citan entre varios de los personajes, donde el componente terrorífico únicamente es mostrado claramente en momentos muy puntuales pero sin obviar una sensación continua de incomodidad. Un fatalismo y aura catastrófica sutiles que parecen imbuir a la historia de manera latente, aportando cierta entidad a la novela.
La pareja formada por Derick y Nathaly, un matrimonio cimentado dentro del propio núcleo familiar (son en realidad primos), pretenden comprar un pabellón de caza cerca del caserón familiar que se localiza como centro de la historia, sitio donde Barby dibujará los principales momentos de terror de la obra. Una escena donde Nathaly se sitúa con su yegua cerca del propio pabellón se convertirá en uno de los momentos más loables y representativos de la historia, ya que se retrata un momento de terror sobrenatural que se enlaza directamente con la tipología de terror imperante en la obra de Barby, también recurrido en su trabajo para el sci-fi literario. Además de ser una coyuntura hacia el horror bien construida, que se repetirá en varios momentos de la obra, aunque de manera muy paulatina. Y es que parte del encanto de Mato, luego existo (pero que podría disgustar a quien esperen un terror desmedido en la historia) es que los instantes en los que la novela pretende ser terrorífica están presentes de manera muy separada, siendo la trama familiar la verdadera protagonista. En esta aparece un personaje clave, llamado John (prototipo rol polémico, de pasado oscuro, con ciertos toques de «anti-heroicidad»), que dinamitará las intenciones de algunos de los otros caracteres y que acabará por convertirse en el protagonista inesperado, con una historia de amor con Nathaly (el rol femenino principal) que sostiene la importancia relativa necesaria y que guardará para sí algunos momentos de erotismo que tampoco podían faltar en una novela de Ralph Barby.
La novela se desarrolla bajo la narración ágil y directa, así como con la lejanía hacia las florituras expositivas, todo ello tan propio de la literatura pulp. La desaparición de la pequeña de la familia, Cynthia, servirá para que la novela entre en un culmen narrativo que dejará para su tercio final la muestra de todas sus armas: un componente terrorífico antes mostrado a retazos y que poco a poco embriagará la historia (basado en un horror sobrenatural, un mal etéreo que rodea a algunos de los personajes siendo, como se acostumbra en estos relatos, la presencia femenina la más irascible a estos ataques de pánico) destacando también la manera en la que Barby describe las localizaciones a favor de la construcción de una atmósfera principalmente gótica; primeramente la mansión familiar, ubicación principal de la obra, y finalmente con el pabellón de caza, donde se situará una contienda final que enfrentará a la pareja protagonista contra el mismísimo Conde Drácula. Aunque este desenlace defraudó en cierta medida al que esto escribe (un esperado final resuelto de una manera algo abrupta) tiene un imaginario bastante potente que recrea un terror funcional y efectivo, con la recreación de un vendaval ancestral que simboliza la malignidad del terrorífico vampiro atrapado.
Observaciones: Ediciones Olimpic. Colección «Escalofríos Terror», nº 3. Edición Julio, 1987.