El pasado día 18 fallecía en Roma uno de los rostros imprescindibles del cinemabis italiano de la década de los 70 y 80, Carlo De Mejo. Conocido primeramente por ser el hijo de la célebre intérprete Alida Valli, el actor comenzaría en el mundo de la actuación a finales de los 60 participando, entre otras, en Teorema (1968), del insigne Pier Paolo Pasolini . Antes de convertirse en un secundario popular del cine de género, también aparece en el bélico de Sergio Garrone Las ratas de la violencia (1970), la co-producción italo-francesa Funeral en Los Ángeles (1972), una de las aportaciones de Armando Crispino al Giallo como El Dios de la muerte asesina otra vez (1972) o la destacable La última chance (1975), donde comparte escenario con otros célebres rostros de la época como Eli Wallach, Fabio Testi, Barbara Bach o la espectacular Ursula Andress. Sería a partir de 1980 donde su popularidad crecería dentro de los aficionados al fantástico gracias a una primera participación en el género en 1980, con Contaminación: Alien invade a la Tierra de Luigi Cozzi. Justo ese mismo año comenzaría su retahíla de colaboraciones con Lucio Fulci en la época que éste se convertiría en el rey del splatter europeo: Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (1980), Aquella casa al lado del cementerio (1981) y Manhattan Baby (1982) le convertirían en uno de los actores más queridos por los aficionados de la etapa más extrema del director romano. En esos años De Mejo también colaboraría con otro incombustible realizador oriundo de Roma, Bruno Mattei, apareciendo en la interesante nunsploitation Terror en el convento (1981) o la women in prison film Emanuelle en prisión (1983) junto a la exótica belleza de la incombustible Laura Gemser.

Carlo De Mejo junto a Janet Agren en Miedo en la ciudad de los muertos vivientes
El fin de la cinematografía italiana de géneros a finales de los 80 también supondría el retiro de Carlo dentro de la interpretación, que abandonaría y retornaría años después dentro del mundo televisivo. Se va un icónico secundario querido y respetado por todos los que nos consideramos acérrimos seguidores del cinemabis italiano, aunque siempre estarán ahí sus eficientes trabajos para poder considerarle inmortal.
Hasta siempre, socio.