Inauguramos sección en el Gabinete donde, puntualmente, se reseñarán películas de manera breve y concisa, habitualmente films de los que el Reverendo no cree justo merecer más líneas de las presentadas. Se inicia la primera tanda con las siguientes:
La Pirámide (The Pyramid, Grégory Levasseur, 2015)
Grégory Levasseur, guionista cuasi inseparable de uno de los enfants terribles del cine actual como es el francés Alexandre Aja, presenta su primera película bajo el formato del found footage y con el título de La Pirámide, localización principal de este film de producción francesa donde un grupo de arqueólogos se verán atrapados al mismo tiempo que descubren insospechados misterios del lugar. Falso documental ejecutado en una ya vomitiva sensación de estiramiento del subgénero, donde aquí Levasseur sólo escapa a los anodinos tópicos del formato con algún que otro juego de cámara impactante, apostando por ciertas mutaciones con el survival horror, aunque en general la concepción del terror impuesta en la película flaqueé cual tipo de intento por desviarse de los tópicos más convencionales. Aún con triviales aciertos en la recreación del espacio cerrado como foco del horror, el look feísta de baratillo, los actores poco inmersos en la pesadilla narrada y una traca final exasperante acaban por matar a un film que ya nacía ahogado, recordando en su estética a la ingenuidad del mockbuster más que a la rabia interna esperada de un producto venido de la factoría de Alexandre Aja.
Mockingbird (íd, Bryan Bertino, 2014)
Mockingbird supone la segunda película de Bryan Bertino, la joven promesa del terror que hace unos años presentaba la interesantísima Los Extraños, una especie de visión mainstream del home invasion con un look y aristas visuales muy interesantes. En este caso, y como ocurre en la anterior película reseñada, se vuelve a recurrir al metraje encontrado en una ya cansina reiteración por parte de la Blumhouse Productions con esta tendencia, en la que aquí Bertino al menos instala una interesante aunque poco aprovechada propuesta de historias cruzadas: tres personas reciben una cámara de vídeo con la ordenanza de grabarse continuamente y cumplir a raja tabla las instrucciones dadas, premisa bajo la que el director ejecuta un estilo que parece imbuir las asperezas visuales de su anterior película, con ciertos apuntes interesantes en la ejecución de muchas de sus escenas pero que acabarán ahogándose con un guión endeble y que, reiterando, se ahoga a la hora de enlazar una trama con cierta entidad, acabando en un pobre roce con la auto-parodia que el espectador se verá incapaz de tomarse en serio. Una lástima, ya que Bertino vuelve a demostrar su efectividad en las resoluciones del horror, algo que aquí añade cierta impresión visual al formato de la cámara en mano aunque el libreto (de su propia autoría) le acabe matando el proyecto.
Insidious: Capítulo 3 (Insidious: Chapter 3, Leigh Whannell, 2015)
Insidious: Capítulo 3 es la tercera entrega de una de las más populares sagas del terror actual, iniciada en el año 2010 por un James Wan que convirtió al film en una de las mejores representaciones modernas del cine sobrenatural. Si el propio Wan fue incapaz de revitalizar la simbología de la saga en la segunda parte, más sangrante ha sido el fracaso de su guionista Leigh Whannell en esta tercera entrega que se presentó a modo de precuela. Lenta y monótona desde su primer fotograma, la historia de terror que aquí se vuelve a desarrollar bajo el mismo esquema narrativo que las anteriores (aquí con una adolescente perseguida por una nueva maldición sobrenatural) intenta horrorizar más con el susto barato y fácil que por describir el terror, tal y como hacía Wan, bajo aciertos visuales tan letales como incómodos. Eso es visto en Insidious: Capítulo 3 a cuentagotas y con el sabor de la mera intentona, dando además la sensación de alargamiento narrativo injustificado y con unas ideas algo parcas y ya vistas en otros productos de similar índole, muy lejos ya de la inquietante personalidad fílmica de la primera entrega de la saga. Se podría destacar el inesperado gran protagonismo de Elise Rainier bajo el peculiar e icónico rostro para el género como es el de Lin Shaye, además del comeback de Dermot Mulroney en un papel de cierta relevancia dramática.
Poltergeist (íd, Gil Kenan, 2015)
El remake de Poltergeist partía con la desventaja de tener como modelo una de las más emblemáticas películas de terror que se recuerden, la misma que hizo que el horror sobrenatural invadiese con oficio el terreno de los grandes estudios para no quedar reducido de manera casi exclusiva en la Serie B. Esta nueva versión, apadrinada por Sam Raimi y con el español Javier Aguirresarobe como director de fotografía, se postula como una pobre fotocopia del film de Tobe Hooper, basando su desarrollo en emular cada una de las escenas más destacables de aquel ignorando la sabia mezcla de sutileza y oficio en su fusión con los efectos especiales, quedando aquí un desfile de espectacularidad visual vacua y repleta de impersonalidad. Demasiado explicativa y con una linealidad en su guión que desemboca en un abrupto y desmedido tramo final, el film de Gil Kenan cae en una insustancialidad que la encuadra en las peores convencionalidades del terror moderno, cuyo labor hacia el género se basará en una aburrida y exasperante visualidad efectista. Se podría destacar a Sam Rockwell como padre de familia y rostro más conocido del reparto, además de las apariciones de Jane Adams (antigua musa del indie norteamericano) en un anodino papel y el británico Jared Harris con un papel que parece un émulo insípido de la Tangina que interpretó Zelda Rubinstein en la película original.
Saludos desde el Gabinete, camaradas.